César Vidal
¡Menos lobos, Montoro!
Hace apenas unas horas, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, nos ha regalado una comparecencia en la que ha procedido a cantar las loas de la gestión de su Ministerio durante el último año. Comprendo perfectamente que con los tiempos que corren y, sobre todo, con los sacrificios que soportamos desde hace más de un lustro, millones de españoles, Montoro desee inyectar una dosis de optimismo a los ciudadanos. Está bien, pero no hay que pasarse. Que Montoro tenía una papeleta dejada por ZP de las que invitan a abandonar el mundo y sus vanidades en busca de la misericordia divina es innegable. Que haya seguido el buen camino durante los últimos meses es otro cantar. Juzguen ustedes. Tras treinta –¡treinta!– subidas de impuestos el pasado año, incluidas las de impuestos tan relevantes como el IVA, el IRPF o el de sociedades, la Administración sólo ha conseguido recaudar poco más de un cuatro por ciento por encima del año anterior. Bien poco parece para tantos sudores nuevos descargados sobre nuestros hombros. Eso por no hablar del dinero aflorado con la mal llamada «amnistía fiscal», que está a considerable distancia de lo que esperaba el Gobierno. Se mire como se mire, los logros de Montoro –por muy justas que sean sus intenciones– son menos que magros. De hecho, la próxima entrega de dinero que pretende Mas, de concedérsele, se llevaría más que de sobra el dinero adicional recaudado el año anterior. No es sólo eso. Es que además la política de Montoro –que es totalmente socialdemócrata y que en el IRPF ha llegado a superar el programa de IU– nos ha colocado contra las cuerdas en términos económicos. Si se han seguido destruyendo empresas este año y el número de parados ha subido en casi tres cuartos de millón sobre los cinco millones y cuarto que dejó ZP se debe, en no escasa medida, a la política fiscal de Montoro que, en algunos tramos, es abiertamente confiscatoria. De aquí al verano, Montoro sólo tiene un camino si desea que no acabemos en la suspensión de pagos que todavía, por desgracia, es posible. Esa senda pasa por reducir drásticamente el gasto público comenzando por Cataluña y bajar de manera creciente y sostenida los impuestos para no seguir obstaculizando la recuperación económica. De lo contrario, todo lo avanzado hasta ahora, todo, puede disolverse como un azucarillo. Así que ¡menos lobos, Montoro... y asociados!
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