ETA
¡Muchísimas gracias!
Efluvios de gratitud corren entre los desavisados ante el generoso anuncio etarra de entregar a las autoridades francesas el saldo que afirman les resta de su arsenal para asesinar alevosamente ciudadanos indefensos, aunque la verificación del desarme quede a cargo de los tenedores del armamento. Esto se parece a las rebajas de los malos grandes almacenes que dan de saldo lo que ya no vale nada, pero gracias, que menos aceite da una piedra. El desarme etarra se produjo hace varios años y lo ejecutó la Guardia Civil, y los zulos residuales que se van encontrando almacenan explosivos deteriorados o armamento comido por el óxido. Lo que no van a entregar son las armas de fuego con las que cometieron más de cuatrocientos asesinatos y cuya balística no se ha podido determinar para alimentar los tribunales de Justicia. Es de entender que cada asesino guarde su culo. ETA siempre ha usado las treguas como mercadeo, y una le estalló en la cara a Zapatero quien creyendo asegurado su Nobel de la Paz topó con el aparcamiento de la T-4 de Barajas con dos cadáveres bajo la demolición. «No es posible», dijo, sin entender que la banda vende sangre y representaciones teatrales. A Domingo Iturbe, «Txomin», líder del sicariato durante nueve años, la Policía le atribuyó responsabilidad en 490 crímenes, e instruía a sus gudaris en Argel: «Con el tiempo desaparecerá el santuario francés, estrangularán nuestra financiación, irán cayendo los zulos, y tendremos que negociar lo que quede». Le mataron sus conmilitones por liquidacionista, y los servicios argelinos simularon un accidente automovilístico al borde del Sahel. Pero el administrador de la cadaverina tenía razón. Unámonos al alborozo de los fariseos ante este brindis al sol y cubramos de Alzheimer los muertos, los mutilados como Eduardo Madina y su síndrome de Estocolmo, las viudas, los huérfanos, los transterrados del País Vasco, los desastres sociales, psicológicos, económicos, todo el océano de dolor dispensado por el mayor e inútil terrorismo sufrido en más de 40 años, y preparémonos para la mercadotecnia que viene: la reescritura de ETA como movimiento de liberación antifranquista y la nominación del callejero con sus héroes. Instalados ya en autonomías y municipios no será políticamente correcto recordar que jamás mataron a nadie de cara y con posibilidad de defenderse. Agradeceremos que disuelvan lo disuelto, aunque lo intelectualmente decente sería darle las gracias a la Guardia Civil.
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