Alfonso Merlos
No nos cambiarán
La ignorancia, el sectarismo o la mala fe no son más fuertes que la verdad. La manipulación y la tergiversación no pueden prevalecer frente al peso bruto de la Historia. Y España y los españoles lo tenemos todo de nuestro lado. Para hacernos valer por ser lo que somos, para sentirlo, para defenderlo.
La confluencia de movimientos antisistema y de plataformas antipatriotas está intentando hacer mella en la sociedad, confundir a la opinión pública, desarraigar al pueblo. No es una operación casual. Tienen una estrategia. Pero la mayoría sabemos de dónde venimos y, más o menos, adónde vamos.
Llevamos con orgullo que un 12 de octubre de 1492, a punto de concluir un proceso de construcción del Estado a partir de nuestra pluralidad cultural y política, iniciamos un periodo grandioso de proyección más allá de los límites europeos. Llevamos a gala que un grupo de compatriotas establecieran el primer contacto con el continente americano entonces.
Es nuestro ADN. Ni entidades más o menos amorfas como Podemos, ni otras vanguardias revoltosas de la lucha extremista, ni ciertos alcaldes que manejan el bastón de mando de espaldas a buena parte de sus conciudadanos podrán borrarlo. Desatornillarán placas de las calles, relevarán bustos de los altillos de las instituciones, arrancarán esculturas de las plazas públicas, silenciarán himnos, esconderán símbolos. Será en balde. Un ejercicio de intolerancia, de miopía. Estupidez. Traición. Poco más. La impronta del renegado.
La mayoría de españoles tenemos claro qué valores parecen cuajar fruto de las modas o la indignación. Y qué otros son inmutables e imperecederos porque su categoría, simplemente, es superior.
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