Gaspar Rosety
Nunca silbaré a Iker
Pagar una localidad no concede la razón en sí mismo. Ni siquiera permite la libertad de expresar la opinión, ya que eso sucede gracias a la Constitución y no al precio de la entrada. Dicho de otro modo, poder expresarse no implica que se tenga razón ni siquiera porque sean muchos o pocos quienes lo hagan. Tengo un criterio claro a la hora de juzgar a los futbolistas y considero inadecuado que se silbe a un jugador del equipo con el que se simpatiza porque sólo causa daño y no aporta solución.
Iker es extraordinario. Su recorrido resultó siempre excepcional desde que, un buen día, alguien lo sacó del colegio para incorporarlo a la «Champions». Han pasado 16 años y sigue siendo uno de los grandes guardametas del fútbol mundial, además de incorporar en su palmarés todos los títulos posibles.
El problema para Iker nació cuando alguien intentó despreciarlo y Casillas no encontró defensa. Nadie podía o quería enfrentarse al que soñaba con verlo fuera. La crispación creció como una semilla plantada por el diablo y desconozco si tiene solución. Se necesita reflexión y conciencia. Tengo gran confianza en Iker; como portero, lo considero un héroe y sé que tardaremos muchos años en ver otro como él, con sus condiciones, su rendimiento y su carácter, al que suma una capacidad de diálogo y saber estar propia sólo de los grandes.
Nunca silbaré a Iker. Goza de un nivel profesional fuera de serie y nunca es bueno personalizar los desaciertos colectivos. Merece más respeto y lo pido en beneficio del club y del fútbol español. Un grande.
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