Enrique López
Odiar el terrorismo
Decir que el Papa porque ha afirmado que la libertad de expresión tiene límites está explicando o justificando al atentado terrorista de París, es una solemne majadería, además de una profunda injusticia. Lo que ha dicho el Papa está cargado de razón, no hay ningún derecho absoluto, todos tienen límites, y obviamente la libertad de expresión también. Cuestión diferente es cuales han de ser las consecuencias de traspasar estos límites. Un atentado terrorista no puede tener nunca ni explicación ni justificación, sea cual sea la idea política o religiosa que anime a los sanguinarios delincuentes. Pero un acto terrorista no puede hurtar un debate democrático tal cual son los límites de la libertad de expresión. Quizá lo mejor será no hacerlo al hilo del mismo, pero se puede y se debe hacer. Los atentados de París no deben unirse sólo a la libertad de expresión, es como si nos asesinasen a varios jueces encargados de enjuiciar el terrorismo y lo consideráramos un ataque a la independencia judicial; en los mimos atentados fueron asesinadas cuatro personas con profesión de la religión judía, y no por ello se reduce a un ataque a la libertad religiosa. Un acto terrorista es una barbarie en sí misma y no necesita debate alguno para su condena. Quizá es que en España ha habido muchos que intentaron desde un principio contextualizar el terrorismo de ETA con un problema político y no lo superan. No se debe alimentar más este tipo de debates, y tan solo condenar el terrorismo por sí mismo; pero no podemos olvidar que junto al derecho a la libertad de expresión existen otros derechos fundamentales que actúan como límites del mismo, y precisamente el respeto a los derechos fundamentales, todos, es una base permanente de integración social. Respetemos al diferente y odiemos al terrorista.
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