Salud
Oh sole mío
El sol es necesario para que el cuerpo «tome» vitamina D. Empero, a dosis elevadas, puede hacer más mal que bien. Tomar el sol al «estilo gamba», esto es, vuelta y vuelta al sol abrasador, no sólo fomenta arrugas, sino que conlleva muchos números para jugar en la ruleta del cáncer de piel y salir ganador. Mientras los detractores nos advierten de los peligros de tomar el sol sin protección, los defensores nos animan a tomarlo con moderación, a horas tempranas y sin protección, pues alegan que, sin la dosis diaria de sol, podemos enfermar. O sea, hay versiones para todos los gustos. Lo cierto es que tomar el sol en exceso es malo, como suele serlo todo en la vida. A veces, me pregunto si no viviremos en una sociedad del miedo a vivir. Los hipocondríacos, esos que temen enfermar de cualquier cosa, al menor síntoma ya entran en modo alarma. Por el contrario, los contrafóbicos eluden hacerse análisis no vayan a darles una mala noticia. Ni lo uno ni lo otro. La moderación y el sentido común son los mejores consejeros. Aprender a cuidar de uno mismo es fundamental, como lo es documentarse y, luego de procesar la información, decidir cómo quiere cada uno de nosotros proceder. Una alimentación pobre en vitaminas que ayudan a proteger el cuerpo de los efectos nocivos del sol, así como exponerse sin protección, ni tan siquiera un sombrero, al sol abrasador y prescindiendo del agua para hidratar el cuerpo, es de inconscientes. Ni miedo a vivir, ni exceso de celo, prudencia es la actitud recomendable. El sol da vida, pero también puede crear problemas, ya que, según dicen, la capa de ozono ya no es lo que era. Beneficiarse del sol y cuidarse deben ir de la mano. Disfrutemos de la vida con actitud responsable para que el futuro nos encuentre sin arrugas y con la piel sana. La salud es el valor más preciado, no hay que quemarla. ¡Oh piel mía!
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