Luis Alejandre
Otros veraneos: Travnik
Ivo Andric, el Nobel de Literatura que muchos leímos para intentar entender el laberinto de los Balcanes cuando nos enfrentamos al estallido de una cruel guerra en Yugoslavia, dejó escrita otra novela histórica, «Crónica de Travnik», en la que describe la influencia de la antigua capital de Bosnia durante las guerras napoleónicas de comienzos del XIX. La ciudad era importante para mantener las rutas que pretendía asegurar Napoleón con el Imperio Otomano, una vez que Inglaterra se hubiese adueñado de las rutas marítimas y le hubiese sometido a un estricto bloqueo naval y se cerniese sobre su Imperio el peligro de la intervención rusa. En un período de tiempo mas reducido –seis años– que el descrito en el «Puente» –cinco siglos– refiere Andric la vida en la capital en la que fluyen junto a una población de mayoría musulmana, sefardíes, cristianos católicos y ortodoxos junto a gitanos, en un variopinto mundo, entre oriente y occidente, en el que emergen dos protagonistas cuyos países se enfrentan en guerras por toda Europa: el cónsul francés Daville y el de Austria Von Mitterer.
Siempre que hablo de Ivo Andric, me viene a la cabeza una sabia frase suya de permanente actualidad: «La más deplorable y más trágica de todas las debilidades humanas reside indudablemente en una incapacidad total de prever, incapacidad que está en marcada contradicción con tantos dones, conocimientos y artes».
Pues bien, en Travnic, 55.000 habitantes hoy, cantón de Bosnia central incluido en la Federación de Bosnia Herzegovina, está destacado un grupo de militares españoles al mando del teniente coronel Luzón Muniesa. Pertenecen al MADOC (Mando de Doctrina) del Ejército, cuyo Cuartel General se ubica en Granada. Forman parte de la , ya veterana, operación ALTHEA de la Unión Europea en la que participan 23 países y cuya sede central se ubica en Sarajevo donde también sirven cuatro oficiales españoles en el Cuartel General de EUFOR.
Podríamos decir, que tras largos años de compromisos y sacrificios, Europa se esfuerza por ayudar a consolidar la paz. Recordemos que por Bosnia pasaron mas de 46.000 españoles; por Kosovo casi 23.000 y otros mil por Macedonia y Albania. Dejamos en el empeño 33 muertos y un montón de heridos. Lo tiene bien presente el teniente coronel Luzón: «Todos los equipos siempre hemos tenido muy presente las bajas de españoles en estas tierras; en el patio de la casa donde vivimos realizamos algunos actos en recuerdo de nuestros compañeros; el último fue con motivo del Día de las Fuerzas Armadas en que nos desplazamos a Mostar y en la Plaza de España, en presencia del cónsul honorario y algunas autoridades civiles, realizamos un acto frente al monolito que recuerda a nuestros caídos, donde están los escudos de todas las agrupaciones que pasaron por el país».
En esta «casa en la que vivimos» desde hace cuatro años, se albergan los seis oficiales españoles, un oficial austriaco y cinco interpretes. Es la octava rotación de españoles, que se relevan cada seis meses. Constituyen lo que en jerga OTAN se denomina EAT (Embedded Advisory Team) y su misión es apoyar al Centro de Desarrollo Profesional del Ejército Bosnio «está a cinco minutos de casa, refiere Luzón»– en Doctrina, Lecciones Aprendidas, Interoperabilidad, Estandarización, Enseñanza, Instrucción y Adiestramiento. Más todo lo que se tercie: intercambio de información, cursos, trabajos conjuntos. El Brigadier bosnio Robert Susac, director del Centro suele decir que más que «empotrados» –traducción del «embedded» inglés– los españoles están perfectamente integrados en la unidad bajo su mando.
«El balance hasta la fecha de la participación española –resume Luzón– es muy positivo. Se puede afirmar que los trabajos del EAT están siendo muy bien acogidos tanto por EUFOR como por la AFBiH, las Fuerzas Armadas Bosnias. Todos los oficiales están siempre muy motivados y afrontan los desafíos con el convencimiento de contribuir al prestigio de nuestras Fuerzas Armadas. También somos conscientes de que estamos recibiendo un trato excepcional por parte de los miembros del centro bosnio, como de la población de Travnic, que no se concebiría sin el buen hacer de todos los contingentes que estuvieron previamente desplegados en este país, en el que dejaron una imagen de profesionalidad, imparcialidad y cordialidad que facilita la presencia de cualquier español en Bosnia Herzegovina». No se puede rendir mejor homenaje.
Mientras media España disfruta vacaciones, cuando a pesar de las tormentas veraniegas, el sol, la playa y la montaña arropan nuestro descanso, en tierras alejadas que fueron Imperio Otomano, más tarde testigo de dos guerras mundiales (a 70 kilómetros de Travnik, en Sarajevo, explotó la Primera que ahora conmemoramos), luego sufridores de la Guerra Fría y, por último, protagonistas de una guerra fratricida que descompuso Yugoslavia hace dos décadas. Aquí «veranea» un grupo de miliares españoles para evitar que todo esto se repita. Bien saben que se lo agradecemos.
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