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«Paralipomenon Hispaniae»

La Razón
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Hace unos días se difundió la noticia del aparente descubrimiento en Roma de la tumba del cardenal Joan Margarit i Pau; humanista, historiador, consejero del rey Fernando el Católico y que pudo ser papa en el año 1484. Escritor hispanista, hombre clave en el bando realista durante la guerra civil catalana de 1462, uno de los más importantes representantes del humanismo latino en Cataluña, hábil diplomático, el gran mediador de Fernando en su política de expansión por el Mediterráneo y el primer erudito de la Península capaz de expresar su patriotismo al reivindicar la herencia clásica transmitida por Grecia y Roma.

Hijo de una familia de la nobleza procedente del estamento militar, en septiembre de 1449 fue nombrado procurador del rey de Nápoles en el Vaticano y admitido como clérigo en la Cámara Apostólica. Permaneció en el Vaticano cinco años y actuó como embajador del papa Nicolás V y del rey Alfonso. En 1453 fue nombrado obispo de Elna, lo que le obligó a volver a Cataluña y le permitió comenzar allí su carrera política oficial como miembro del brazo eclesiástico en las Cortes de Barcelona. En 1459 regresó a Italia como miembro de la embajada que el rey Juan envió al congreso de Mantua, el Papa Pío II le nombró nuncio papal para la Corona de Aragón, donde se puso al lado del rey Juan durante la guerra civil que enfrentó este rey con la Generalitat –defensor de la causa del príncipe Carlos de Viana–, y participó activamente en algunos combates, como en la defensa y protección de Juana Enríquez. Margarit fue nombrado consejero real y tuvo una intensa actividad política hasta que el papa Sixto IV le nombró cardenal en 1483.

En pleno siglo XXI la falsificación y la mitología imperan en el oasis catalán, por lo que es necesario reivindicar a humanistas como Margarit, quien despuntó como historiador y dotó a Hispania de un relato brillante en la forja de la unidad de España realizada por los romanos y acabada con la Reconquista. Margarit expresa en su obra más conocida, el «Paralipomenon Hispaniae» toda la carga ideológica que hoy parece proscrita por los ideólogos de la corrección nacionalista, es decir, la unión definitiva de la Hispania Ulterior y Citerior gracias a los Reyes Católicos.

El «Paralipomenon Hispaniae» es una clara reivindicación de que España no era fruto de los godos, sino que hundía sus profundas raíces en el mundo latino destacando que la unidad conseguida no era lo mismo que uniformidad, a través de un estudio erudito que bebía de las fuentes clásicas de Estrabón, Ptolomeo, Livio y Plutarco, prescindiendo de mitos y manipulaciones. Fue precursor de la nueva historiografía hispánica reafirmando su profunda catalanidad como la prueba indiscutible de su hispanidad, tal como se desprende en la dedicatoria a los Reyes Católicos en la que hacía referencia a la unión de Castilla y Aragón:

«En pujar al tron dels vostres pares i progenitors heu tornat amb el vostre llaç matrimonial a les Espanyes Citerior i Ulterior aquella unitat que des del temps dels romans i dels visigots havia perdut. El meu designi sorgeix del pur amor a la meva pàtria a la qual voldria donar una esplendor merescuda».