Selección Española

Paso al campeón

La Razón
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El árbitro, gatillo veloz, más ligero que el Magnum de Harry Callahan, al minuto penalizó a Ramos por una de esas cargas que en el centro podrían ser faltas y en el área corre el juez un tupido velo. Era el primer minuto. Encajó el golpe. También la Selección, reconocible como en los mejores tiempos, sin añoranza ni zozobra. Hay un equipo, un once, y un entrenador que no se deja mecer ni por los cantos de sirena ni se enerva por los ruidos del demonio. Cree en De Gea y lo mantiene. Ha pensado que Nolito y Morata son un buen remedo de Villa y Fernando Torres e insiste con ellos. El resto, inequívoco e invariable para que el turco más avezado, encorajinado o echado «pa’lante» no se haga ilusiones. Terim, ese seleccionador eterno, ordenó avanzar como en el rugby, metro a metro. Lo intentaba su equipo. Yilmaz soplaba para generar entre los suyos un huracán que solía culminar en tarascada.

- Prodigio técnico

No hay una selección técnicamente mejor que la española. Y se nota. Y si, además, España conserva una cierta frescura física, hace las transiciones rápidas, no se embelesa con el juego estático y presiona en cada línea del campo es invencible. Paso al campeón, entonces. La Roja juega, la Roja canta, la Roja baila y el adversario le sigue el son. Los turcos son aguerridos, demuestran carácter, pero no les basta con el talento de Arda, protestado por sus paisanos, ni aunque el genio lance pases o zapatos. La Selección rompe y rasga. Y hasta tiene suerte. Hizo lo difícil, un 2-0 en el primer tiempo, insólito en esta Eurocopa, y luego metió el tercero arrancando Alba en fuera de juego. Goles de Morata y de Nolito.

- Superioridad

Superioridad absoluta. Cada pieza encaja, el acordeón suena a música celestial; qué bien defiende España, qué maravilla en ataque y cuanta más ventaja, más pausa, más poso, más fútbol y más angustiado el portero otomano, por este partido el más goleado del campeonato. La Roja toca. Que siga la fiesta.