Alfonso Ussía

Patxi, Pachi, Pitxi, Pichi

La Razón
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En el vascuence tradicional, Francisco era «Prantxes» y Francisca «Prantxiska». «Patxi» o Pachi es apelativo cariñoso y familiar. Se puede interpretar desde el afecto y la cercanía hasta el pitorreo. Pachi equivale a Paquito. Paseaba desde Ondarreta al muelle una mañana. Al socaire de la isla de Santa Clara estaba fondeado «El Azor», y un viandante le comentó a otro. «Esto significa que Pachi ha llegado». Pachi era Franco. En la costumbre vasca, el diminutivo afectuoso se dibuja en el final «txo». Javiercho o Xabiertxo, Agustintxo, Ramontxo, Juantxo o Josetxo. Pero Javier Arzallus no firmaba sus escritos como Xabiertxo o Xabi, ni Ramón De la Sota como Ramontxo, ni Iñigo Urkullu como «Iñi», por aquello de las formas y la seriedad.

El Rey ha firmado el Real decreto de Convocatoria de las próximas elecciones. Y ha firmado con su nombre y la «R» final que su dignidad le autoriza. Felipe R. En el ángulo inferior izquierdo del documento aparece también la rúbrica del Presidente del Congreso de los Diputados, que se llama Francisco López Álvarez. Pero firma «Patxi». Como si el Rey hubiera firmado con un «Pipe» o un «Felipón». Muy jebo. Es cierto que a López Álvarez se le conoce por «Pachi», como a Antonio de Senillosa por «Seni» y a José María Aznar sus íntimos le dicen «Jose Mari», pero Aznar no firmaba sus documentos como Presidente del Gobierno con un «Jose Mari», porque hay que saber distinguir entre el ámbito particular y el oficial. El Presidente del Congreso ha firmado «Pachi» el Real Decreto, es decir «Paquito». Una horterada muy propia de Pachi. De Pachi el Chocolatero.

Ha permanecido muy poco tiempo en la presidencia del Congreso. Tiene que estar agradecido a las circunstancias, porque Pachi o «Patxi» carece de condiciones para presidir el circo legislativo. Se aturrulla, se confunde y cuando da o retira la palabra a un parlamentario parece que da o quita la vez, como en las colas de los mercados. «A ver, ¿quién tiene la vez?», pregunta el tendero. «Yo tengo la vez, y me pone cuarto y mitad de pescadilla»; «señora, usted se ha colado, la vez la tengo yo, y me pone cuarto y mitad de rape»; ante la amenaza de bronca, el tendero, como Pachi López, reacciona. «Pues nada, les quito la vez a las dos».

Pachi o «Patxi» López no es diplomático. Como buen jebo, no disimula sus filias y sus fobias, fundamental camuflaje estético y ético para desempeñar un cargo institucional. Y aborrece al Partido Popular, que ha sido casualmente, el que le ha permitido disfrutar de sus glorias políticas. Gracias al Partido Popular vasco, López fue «Lehendakari». Y gracias al Partido Popular, López ha sido el Presidente del Congreso durante esta última, fallida y nada recomendable Legislatura. Sin la ayuda del PP, López Álvarez jamás habría alcanzado la «Lehendakaritza» ni la Presidencia del Congreso, pero me da la sensación de que todavía no se ha enterado.

López Álvarez, hijo de un mítico militante socialista vasco procedente de la inmigración nacional que tanto molestaba a Sabino Arana, es un bueno y leal socialista vasco cuyos logros institucionales los ha conseguido gracias exclusivamente al Partido Popular. Y si se cumplió aquel pacto con el PP que le permitió ser el Presidente del Gobierno vasco, me pregunto qué motivos impiden que de nuevo, populares y socialistas alcancen un acuerdo de gobernabilidad para impedir que España caiga en manos del estalinismo.

Jaime Mayor Oreja, María San Gil y José Antonio Ortega Lara nada le deben al Partido Popular, y sí al contrario. López Álvarez, el que firma Reales Decretos como «Patxi», le debe todo al PP.

Hay que ser menos «jebo» y más agradecido.