César Lumbreras
¡Pobre Nadal!
¿Tiene España política energética? ¿Cuál es el modelo de turismo que deseamos? Curiosamente ambas cuestiones, de vital importancia para la economía del país, están en manos de Alvaro Nadal, el ministro de Energía, Turismo y Agenda Digital, y uno de los protegidos tanto del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, como de la «vice» Soraya Sáenz de Santamaría. Ha pasado ya un año y tres meses desde que asumió este cargo y, a fecha de hoy, sigue sin conocerse, primero, si el titular de esa cartera tiene algún modelo de política energética. Pelearse parece que se ha peleado con todo el que se ha puesto a su alcance. Debe ser cosa de la soberbia intelectual que le caracteriza y de su alejamiento de la realidad, algo que no es exclusivo suyo, sino que es muy habitual entre la clase dirigente del PP: ha tenido rifirrafes con los sufridos consumidores que padecemos unas tarifas eléctricas muy elevadas, con los del carbón, con las eléctricas (cosa no difícil, cuando no se hace lo que ellas quieren), con los abanderados del medio ambiente, con otros miembros del Gobierno y hasta con los de Bruselas. En lo que respecta al turismo, los buenos datos del año pasado, que son innegables, pero también producto de una situación coyuntural por las dificultades que atraviesan nuestros más directos competidores del Mediterráneo, no deben hacernos olvidar que carecemos de un modelo claro, una vez que se ha constatado que el de playa y precios baratos solo no sirve. Un año y tres meses después de acceder al cargo también se desconocen las ideas de Alvaro Nadal. Finalmente queda la otra pata de su Departamento, lo de la agenda digital. Supongo que bajo este pomposo título se esconderá todo lo de internet, la mejora de las comunicaciones, el llevar la alta velocidad hasta las zonas rurales y el último rincón de nuestra geografía. Ignoro si ha hecho algo y cuáles son sus proyectos. Quizás se deba a que está muy ocupado conspirando para sustituir a Luis de Guindos si este último se va al BCE. ¡Pobre Alvaro Nadal, que se encuentra en un «sinvivir»!
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