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Política politiquera

La Razón
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Se abomina mucho estos días en Francia de la «politique politicienne», un concepto más sencillo de entender que de definir y que tiene que ver con la endogamia de la agenda pública. La tercera acepción en el DRAE de politiquear es «hacer política de intrigas y bajezas», y de ese verbo se deriva el adjetivo «politiquero». Política politiquera sería, por consiguiente, una adecuada traducción e incurre en semejante pecado el político que se ocupa de sus cosillas en lugar de preocuparse por el bien común. «Las elecciones francesas son una demostración concluyente de que a los socialistas (se) nos exigen alternativas solventes y para grandes mayorías». Y seguía con nosequé obviedad de brocha gorda sobre la ultraderecha. Así hablaba la presidenta de la Junta de Andalucía nada más conocerse los resultados de la primera vuelta en casa del vecino septentrional, un tuit tan escueto en su literalidad como en sus miras porque traducido resulta: «Las elecciones francesas son una demostración concluyente de que el PSOE me necesita». Hasta el Peña y el Maza, eximios cuarteteros gaditanos, ironizaron en 1991 sobre el etnocentrismo que se nos venía encima. Invadían Kuwait los aliados en pleno concurso del Falla y su estribillo lamentaba que «hay una guerra mundial, la gente no respeta ni que estamos en Carnaval». Una aspirante a liderar la alternativa socialdemócrata en una relevante nación europea debe tener su propia opinión, más allá de una consigna manida, sobre el terremoto político que ha sacudido a una de las dos principales naciones de la UE. Merece la pequeñez una réplica chirigotera: «El socio y aliado más importante de España amenaza con poner al continente patas arriba, la gente no respeta ni que estamos en la precampaña de las primarias».