Enrique Miguel Rodríguez

Pregón espectáculo

La Razón
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Desde que el Consejo de Cofradías anunció que «habemus pregonero», la Semana Santa se ha puesto informativamente a punto de Domingo de Pasión. Hace muchos años que el nombre de Rafael González-Serna estaba en todas las quinielas. El año pasado se quedó a un solo escalón de conseguir algo que siempre el artista había soñado, más los últimos cuatro años cuando su salud pasó por momentos delicados, hoy superados. Añadir la alta dosis de felicidad que su nombramiento ha inyectado en su corazón y en su alma, que aleja definitivamente cualquier mal. No voy a escribir, como si fuera Mas, que Sevilla entera lo esperaba y que ha llegado como tenía que ser. Seguro que hay sevillanos a los que la Semana Santa les mata, otros más tibios que, bueno, un paso de vez en cuando no les hace daño, pero que ocho días al ritmo de tambores y cornetas les pone a morir, luego está esa inmensa mayoría a los que el Domingo de Ramos les abre la mejor semana del año y estamos los «jartibles» para los que el año se divide en 317 días de espera, los 40 días de la cuaresma de ansiedad suprema y una semana para la que se vive todo lo demás. Para esa inmensa mayoría la figura del pregonero es muy importante. Por supuesto que habrá a quien no le habrá gustado el designado –algunos malignos dicen que por ejemplo en Palacio–, pero seguro que en este sentido también hay una amplísima mayoría que está encantada con Rafa porque esperan de él ese pregón brillante, lírico, donde se sacan los pasos a la calle y donde la emoción te prende y te lleva directamente a la lágrima. Asegura Serna que habrá sorpresas. No tengo dudas, ya lo ha hecho en otros pregones. Es un hombre del mundo del espectáculo y, por tanto, esa dedicación repercutirá en su ansiado pregón. Que sea en buena hora y a esperar.