César Lumbreras
Pregunta con miga
«¿En qué medida un exceso de producción, provocado por las decisiones tomadas libremente por los operadores del mercado de ciertos Estados miembros, puede calificarse de crisis?». Ésta es la pregunta que la delegación de Holanda, que preside durante este semestre el Consejo de Ministros de la UE, ha puesto encima de la mesa de cara a la reunión informal de los titulares de la cartera de Agricultura, que se celebra hoy y mañana en este país.
La cuestión tiene su miga y está muy bien «traída», a la vista de lo que sucede en el sector lácteo. Porque resulta incomprensible que continúe aumentando la producción de leche de vaca en el conjunto de la UE, a pesar de la importante caída de los precios que se ha registrado.
Parece lógico que, si hay bajas cotizaciones, la producción de una determinada mercancía se reduzca. Pues, en el caso de la leche no ha sucedido eso, sino todo lo contrario, que ha aumentado un mes tras otro, contribuyendo de esta manera a agudizar la crisis.
La única respuesta que se me ocurre es que estamos asistiendo a una guerra entre ganaderos por hacerse con el control de la producción, echando fuera del sector a los que son menos competitivos o cuentan con menos músculo financiero para aguantar. En cualquier caso y, sea lo que sea, haciendo esta pregunta, la delegación de los Países Bajos ha lanzado el debate sobre la nueva PAC.
Su planteamiento es claro: liberalizar al máximo esta política con el fin de que las empresas puedan aprovechar las oportunidades del mercado mundial y, a cambio, apoyar a los pequeños productores locales por los beneficios sociales que aportan (medio ambiente, ordenación del territorio, entre otros). El debate está servido.
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