Ely del Valle
Prescindible
Tiene razón Pedro Sánchez. La reunión de ayer con Rajoy era perfectamente prescindible, más que nada porque ya se sabía lo que se iban a decir el uno al otro. No han pasado ni dos meses desde que Fernández Vara se preguntara en voz alta quién iba a ser el guapo capaz de oponerse si el PP se presentaba a la investidura con 170 apoyos. La respuesta ya la tiene: el guapo en cuestión ha sido el suyo, con la connivencia, eso sí, de toda su ejecutiva con la que se reunía dos horas antes de volver a instalarse en el desprecio absoluto calificando su encuentro con Rajoy –el más corto de los que han mantenido desde el 26 de junio– de prescindible. No es por lo tanto Sánchez el único responsable de la obstinada negativa, aunque haga méritos para parecerlo. Los barones que amagaban con levantarse en armas si llegábamos a donde hemos llegado, callan y acatan sin chistar. Nadie ha pedido formalmente una reunión del Comité Federal; nadie va a más allá de negarse a hablar con la excusa de la importancia del momento. Nada de Susanas o Madinas. Lo prescindible del encuentro de ayer se decidió en comandilla o, como poco, sin una oposición interna firme.
La intención de continuar bloqueando la formación de un gobierno nos lleva a una sesión de investidura fallida de la que Sánchez obtendrá como trofeo el dudoso mérito de no ser el único que ha fracasado en el intento. Nada más. Ahora lo que hay que ver es si en su intervención va a ser capaz de argumentar, prescindiendo de chulerías y con razones de peso, su empeño, que es también, por lo visto, el de todo el PSOE o si por el contrario sale de ésta habiendo convencido al personal de que hay líderes tan prescindibles como las reuniones teatralizadas a la sombra del Congreso.
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