Miguel Ors

Pueblo soberano y dimisión

La Razón
La RazónLa Razón

L22 Gafes

No creo en brujos, no creo en gafes, no creo en taumaturgos, pero ahí están, vivitos y coleteando, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Fernando Alonso. Campeón del mundo de Fórmula Uno dos veces, Fernando no gana desde hace nueve años. ¡Nueve años! Dentro de unos días, cumplirá 35 años.

–¿Ya 35?

–Ya.

No obstante, cada vez que hablo con un sabio en F-1 (su sabiduría es realmente envidiable, pues son ilustrados en motores, aerodinámica, neumáticos, alerones... la repera de la pera), me encomian sin reservas el talento de Alonso.

–Como él, nadie. Es el número uno.

Ferrari y Mc Laren, como marcas de F-1, parecen más nobles y sonoras que Renault, pero uno añora la «burra» Renault con la que Alonso fue bicampeón.

–¿Estás gafado, Alonso?

–No, que yo sepa no, pero...

Eso: pero ya casi 35 años.

–¿A esa edad, si vuelve a montar en «burra» de tronío y majestad, podrá volver a ser el Alonso de hace nueve años?, pregunto a un erudito doctorado en F-1.

Me devuelve el optimismo:

–Seguro, no ha dejado de ser el talento número uno en lo suyo.

Me lo creo porque quiero.

M23 Joan y Florentino

A los dos, a Joan Laporta y a Florentino Pérez, les gustaba la política, pero a la política no le gustó ninguno de los dos. Los dos pisaron el césped de la política sin hollarlo, sin dejar huella. Los dos, sin embargo, son cascabeleros en el césped del fútbol. Cascabeleros y triunfadores. «Ser presidente del Madrid es más importante que ser ministro», según Ramón Mendoza.

–¿Seguro que fue él quien dijo eso?

–Yo nunca estoy seguro ni tan siquiera de lo que estoy seguro.

Florentino ha tenido el acierto y el buen gusto de olvidarse de la política. Lo suyo, con exitazo, es ACS, lo que le gusta, y el Madrid, donde está tan a gusto.

Laporta, como precandidato a la presidencia del Barça, ha politizado ya su precandidatura: «Soy independentista. El Barcelona estará al servicio de Cataluña». El socio, pues, en las urnas, deberá decidir entre el «limpio e independentista» Laporta y el ambiguo e imputado Bartomeu.

X24 Dinero

La medida de todas las cosas no es el hombre, es el dinero. Así como la Tierra gira alrededor del sol, el hombre gira alrededor del dinero. El fútbol es ya a la vez, en este bendito siglo de la globalidad, un juego de balón y de dinero. Eso de sudar el escudo, o la camiseta, o amar al equipo en el que se juega sobre todas las cosas, ni que fuera Dios, es lírica zarandaja del pasado. ¿Ama Florentino al Real Madrid? ¡Claro que sí! ¿Se sirve del Real Madrid? ¡Claro que sí también! Pues donde pongo Florentino, póngase Sergio Ramos. Si fútbol es fútbol, dinero es dinero. Racionalmente coherente por lo tanto el pulso entre ambos.

–¿Cómo cree que se resolverá?

–Me gustaría que a favor del Real Madrid.

J25 Tripletes

Como todo es según el color del cristal con que se mira (la relatividad la inventó Campoamor, no Einstein), digo que el Barça y el Madrid han empatado a tripletes. Triplete del Barça en fútbol y triplete del Real Madrid en baloncesto.

–Eso no es exactamente así.

–¿Qué no es discutible? ¿Inexacta acaso la aritmética del triplete de los dos?

Sin fútbol, el «amo» de las masas es el baloncesto, máxime en la televisión.

–El baloncesto, además –sostiene Ferrándiz–, es más bello, creativo, imaginativo y diverso.

Relativamente cierto, querido Pedro. Lo que pasa es que el fútbol tiene más marketing y es «droga» más provecta. La vida, ayer y hoy, es publicidad, saber seducir y sugestionar, en fin, marketing. Qué tío más bueno y divertido de ver es Llull, dicho sea al paso.

V26 Dimita

La Selección nacional femenina de fútbol es su «pueblo soberano», señor Quereda. Su «pueblo soberano» se le ha amotinado, ha dejado de creer en usted. Usted, don Ignacio, es amigo de Ángel María Villar, pero el señor Villar es más amigo de usted que usted de él. El señor Villar, con sus defectos, tiene, sin embargo, como Montesquieu, la virtud de la amistad. «Estoy enamorado de la amistad», decía el famoso ensayista francés. Dimita usted, señor Quereda. No ponga usted a quien tanto le debe en el penoso trance de tener que destituirle. Acepte elegantemente el rechazo del «pueblo soberano». Y siga enamorado de la amistad.