Campaña electoral

Rajoy no es Kennedy, ¿Y?

La Razón
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Las campañas electorales no obran milagros políticos, pero pueden ser una tumba para los candidatos. Esta segunda vuelta a la española viene en clave «presidencialista». El riesgo está en querer hacer al candidato algo que no es ni puede ser ni quiere ser. Tampoco conviene abusar de las concesiones al ridículo pactado con niños y animales. De momento, hay dos estrategias respaldadas por las encuestas. Rajoy sigue haciendo apología del «ser normal» y Pablo Iglesias con su «soy lo que tú quieras que sea» va camino de la plata. Son planteamientos opuestos y, parece que de éxito, porque se adaptan al candidato. El líder del PP se presenta monolítico, totémico, tornando en virtud las críticas mitificadas sobre sus aficiones y lecturas diarias. Frente a esta apología de la normalidad aparece el líder de Podemos. Hay un Pablo Iglesias, «buenas tardes, corazones», para cada hipotético votante. Se adapta a cualquier ecosistema político con una de esas frases con las que asalta los cielos desde la televisión. Ha hecho del plasma su medio y de la cínica y controlada ambigüedad, su mensaje. Para PSOE y Ciudadanos Iglesias es una especie invasora, una trucha arcoíris depredadora. Lo último es apropiarse de la socialdemocracia sin acordarse de Olof Palme en su catálogo de IKEA. Su figura enjuta, su afición sobrevenida a la corbata fina y su capacidad para el mimetismo vía disfraz recuerda inevitablemente al Mortadelo de Ibáñez. Frente a estas dos campañas tan marcadas, Rivera y Sánchez tienen que encontrar su «maillot». El líder de Ciudadanos, de oratoria serena, ha marcado un perfil «viejoven» y ha perdido la sonrisa. Cuando todos sabemos que la «nueva política» era presa de la obsolescencia programada se le ha acentuado el entrecejo con gesto enfurruñado. Le queda encontrar eso que los taurinos llaman «templar y mandar». Tampoco ha recuperado el sitio Pedro Sánchez. Un tío «bien plantao», que ha sobrevivido a enemigos y a compañeros de partido, no puede pedir el voto con melancolía sollozante. Los «magdalenos» nunca conquistan los corazones. Es el líder del partido con más historia de los que se presentan a las elecciones y se juega escribir el obituario. Con chispa, menos pausa dramática y naturalidad pícara es como se abren las puertas de los palacios. Eso quieren todos este verano. Es nuestra primera campaña al sol y atención, estrategas, que en estos días el riesgo está en el sudor y en los golpes de calor.