Iñaki Zaragüeta
Rascarse el bolsillo
La «caja de resistencia» ideada por el separatista Oriol Junqueras no sólo hace aguas por el fracaso en la recaudación sino también por el error de cálculo. Sus números para pagar los cinco millones de multa impuesta a los organizadores del esperpéntico referéndum del 9-N, no han contado los hasta 8,3 millones de euros que deberán añadir para cumplir con la Hacienda. Esta vez no será el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, quien no deje pasar una oportunidad, ¡bueno es él!, para rebañar de donde pueda, ya que esa competencia está transferida a la Generalitat de Cataluña.
No van a ser cinco millones de euros, sino hasta 13,3 millones, los que van a tener que cotizar si los once condenados deciden aceptar la donación de los catalanes independentistas. Aunque la Hacienda autonómica no se esté frotando las manos como haría Montoro, no le quedará más remedio que recaudar esos inesperados millones. Porque si de una donación se trata, estará sujeta a la cotización fiscal correspondiente. Es de suponer que a los afectados les corresponde un porcentaje impositivo prácticamente de la mitad de los cinco de la multa. ¿Serán capaces de lograrlo? No conozco a nadie que apueste por ello.
¿Cuántos de los catalanes convocados a adherirse a esa caja de resistencia, van a responder? Si nos atenemos a las cifras, hasta ahora se han alcanzado, al parecer, 800.000 euros. Demasiado lejos del objetivo. De ahí que Artur Mas, Joana Ortega, Irene Rigau y Francesc Homs –son algunos de los once condenados– tengan un problema grave, porque además de la obligación a recaudar lo que la ley marca, deberán estar muy atentos para averiguar la procedencia del dinero cuando los reos deban rascarse el bolsillo y pasar por taquilla. Recuerdo las declaraciones del conseller separatista Jordi Baiget: «Estoy dispuesto a ir a la cárcel, pero no a que me toquen el patrimonio». Así es la vida.
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