Ángela Vallvey

Razón

El tiempo habla aunque nadie le pregunte. Es un charlatán, si hemos de creer a Eurípides. El tiempo es oro, por ello a veces es posible sacar oro molido de la mina del tiempo; eso ocurre cuando el tiempo pasado ha sido bueno y, por tanto, no ha pasado en balde, que es lo peor que se puede decir del paso del tiempo. En todo este tiempo ha habido épocas especiales: de ilusión, trabajo duro, de lucha, de alegría, de incertidumbre... De tranquilidad, pocas. Aunque eso era lo previsto.

El tiempo tiene esa forma misteriosa de hacer milagros con la existencia, de modo que llega un día en que se puede echar la mirada atrás y ver que, aunque sólo han pasado quince años, parece toda una vida. Cuando nació era una criatura frágil, pero resuelta. Muchos la miraron con recelo. «A ver dónde va ésta y qué se ha creído», dijeron más de uno y más de dos. Sin embargo, y contra todo pronóstico, ha cumplido quince años. Ya es una niña bonita. Tiene la edad de LA RAZÓN, valga la redundancia. Es joven, pero con los muebles de la cabeza bien puestos. No le gusta despilfarrar el tiempo. Sabe que cada palabra de las que está compuesta es otro instante que se desvanece, pero también sabe que eso forma parte de la extraña belleza que nos regala la vida, que el periodismo escribe la biografía del mundo con su prisa y su urgencia.

Lo celebraré junto al resto de mis colegas y amigos: hay que festejar que crece sana y campante. El día menos pensado dará el estirón y nos dejará a todos con la boca abierta (así tendremos una razón de más para conmemorarlo). LA RAZÓN cumple 15 años. Felicidades a todos los que la hacen posible.