Iñaki Zaragüeta
Reforma necesaria
Me hubiera gustado conocer la respuesta de los españoles, hace cinco u ocho años, a la pregunta ¿prefieres eliminar la corrupción o acceder a ella? Aunque mejor es no haberla formulado. Nos hubiera desvelado la esencia real de nuestra sociedad en ese aspecto. Hoy, con la crisis en todo su esplendor y nosotros en la peor situación de los últimos decenios, probablemente la contestación cambiaría.
Es posible que el resultado explicara por qué la corrupción ha ido sentando sus reales sin pausa a lo largo y ancho del entramado del Estado desde 1983 sin que nadie reaccionara para detenerla hasta que los resortes de la democracia –ésa es nuestra gran ventaja sobre los países bananeros– han levantado una polvareda judicial tan extensa que Mariano Rajoy ha decidido izar la bandera de la regeneración contra viento y marea.
Con su decisión, el presidente intenta pasar del reinado esperpéntico de Groucho Marx «la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados» al legado utópico de Joan Baez «si no peleas contra la corrupción y la podredumbre, acabarás formando parte de ella».
Lo cierto es que esta lacra ha alcanzado tales cotas que ha acaparado todo lo noticiable de la reforma del Código Penal presentada por el Consejo de Ministros. Vaya mi aplauso para Rajoy por agarrar por los cuernos ese toro, demasiado arraigado por desgracia en nuestra vida y no sólo por culpa de los políticos. Mi amigo Rogelio ve la mancha excesivamente extendida. El caso es que necesitamos el cambio aunque replique a Tácito «cuanto más corrupto es el Estado, más leyes tiene». Así es la vida.
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