Ciudadanos

Rivera 2017

La Razón
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Ciudadanos quiere su cuota en este mes en el que PP y Podemos preparan sus congresos y el PSOE el advenimiento de candidatos. Los naranjas cerrarán esta semana con primarias. Eso de votar al líder se ha convertido en la prueba del algodón de la democracia interna «hiperoxigenada». La única oposición sonora a Rivera es la verbalizada por Carolina Punset, pero ha decidido dejar plantado al líder y casarse el 4 de febrero, día de la Asamblea. Quien no participa pierde la voz y se convierte en víctima de esos usos políticos tan extendidos de ir a los medios a denunciar la pérdida de la virginidad política y «pasar» de los órganos de debate y decisión. Para que suenen los clarines en este paseo triunfal de Rivera se han echado al ruedo dos «maletillas», Juan Carlos Bermejo y Diego de los Santos, que lo único que van a conseguir es que el líder abra la puerta grande con el brillo que da el barniz de ser «el elegido». La cuestión es dotar de poso y estrategia esta cita. Lo del centro es muy socorrido pero la condición de bisagra tiene el riesgo de que te pilles el dedo. No recuerdo quién dejó dicho que el centro es el puente para pasar de la orilla derecha a la izquierda o viceversa, pero que nadie se queda en el puente. Ése es el riesgo que ya ha detectado Ciudadanos, por eso se ha lanzado al etiquetado. Que si liberales, que si progresistas, que si socialdemócratas del socialismo democrático que no es lo mismo pero es igual. Se pueden poner los apellidos que quieran pero el juicio público y el juicio electoral se sustanciará por sus obras, por su acción. La estrategia de levantar las torretas para vigilar los montes gubernamentales les ha alejado del relato político. Mientras los del bipartidismo andan a ras de suelo e incluso negociando en las toperas, Ciudadanos se muestra incapaz de huronear. La sonrisa de Rivera se queda sin las fotografías de los grandes pactos. Cuando le invitan a la Moncloa es tarde y ya se ha ido el retratista. Crecieron en las negociaciones con socialistas y populares pero todavía no han aclarado qué quieren ser de mayores. En política la supervivencia solo la garantiza la victoria, total o parcial. Se avecinan tiempos de relato corto, de política con las cosas de comer y ahí hay que bajar al terreno a sembrar, a gobernar, a embadurnarse, a cavar. La política grandilocuente que se hacía para ilustrar el «postmarianismo» ha perdido todo el sentido.