Lucas Haurie

Santa Marina, ora pro nobis

Activistas favorables a la liberalización del aborto vandalizaron durante la última semana diversas iglesias de una zona de Sevilla tan rica en su dualidad, que fue llamada «el Moscú sevillano» siendo en la que más edificios religiosos se concentran. La madrugada previa a la Epifanía, un incendio provocado sólo produjo daños menores en un templo gótico-mudéjar del siglo XIII gracias a la rápida intervención de bomberos y vecinos. El nunca suficientemente reivindicado como eximio representante de la siempre derrotada tercera España Chaves Nogales asistiría con pavor a esta escalada de odio antirreligioso. En la primavera de 1936, firmó en el diario «Ahora» un reportaje titulado «Andalucía roja y la Blanca Paloma», en el que narraba la convivencia «de un clima revolucionario soviético con la romería del Rocío, la mayor manifestación de piedad de Europa, un rito seguramente practicado por hombretones todos ellos afiliados al Partido Comunista o a la CNT». Hoy, por el contrario, hordas de niñatos sin desasnar se atreven no sólo a exhibir la sana irreverencia de la juventud, con mayor o menor don de la oportunidad y gusto, sino que ponen en peligro obras de arte de incalculable valor sin que las formaciones políticas en las que hallan cobijo tuerzan siquiera el gesto. La mismísima Junta, con todas sus competencias patrimoniales a cuestas, aún no se ha expresado a través de ninguno de sus varios miles de portavoces. En cumplimiento del funesto principio de acción-reacción, la Policía detecta un auge de grupúsculos ultraderechistas inédito desde los últimos años setenta. Seguirán alimentando a la bestia hasta que se empiece a cobrar vidas.