Alfonso Ussía

Señorita Miren...

La Razón
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Gaztañaga, creo. No pongo en duda su simpatía por todo lo deleznable que se esconde bajo su cabello zanahoria. Mi objetivo no es otro que solicitarle algo más de educación. Me dicen que es usted actriz de cine. Los que me informan de que es usted actriz de cine me aseguran que una mediocre actriz de cine. De cine español, el subvencionado. Creo, señorita Gaztañaga, de acuerdo con su apariencia y aspecto físico que no tiene usted edad para odiar a nadie. Usted nació en la plena libertad de un Estado de Derecho, casi exclusivamente herido, asesinado y mutilado en aquellos tiempos por el terrorismo vasco de la ETA. Los terroristas etarras cuando nos asesinaban, nos mutilaban, nos herían, nos secuestraban y nos chantajeaban a los españoles –muchísimos vascos entre ellos–, lo hacían sin insultarnos. Apretaban el gatillo y volaban destrozadas las nucas de los inocentes. Pulsaban el botón, y explosionaban los coches-bomba. Le recomiendo, señorita actriz, que recupere las imágenes del atentado a la Casa Cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza, en la que apreciará el paisaje de la más profunda consternación. Es posible que usted considere que es cultura la figura de un guardia civil llevando en sus brazos el cuerpo sin vida de una niña que salía de su casa camino del colegio. Los asesinos de su tierra, que es en buena parte la mía, los que asesinaban por la espalda y pulsaban los mandos de la metralla, no insultaban mientras llevaban a cabo sus crímenes. Eran más educados que usted. Cuando se presentaron los terroristas en el hogar de don Javier Ybarra y Bergé para secuestrarlo –y posteriormente asesinarlo– en un bosque de hayas y robles después de humillarlo, maltratarlo y torturarlo, se lo llevaron con mucha educación, sin caer en el insulto. –Somos de la ETA y venimos a detener a don Javier–. No pretendo, por falta de espacio, poner a su disposición los nombres de las víctimas. De las enterradas, de las mutiladas, de las heridas, de las secuestradas y de las coaccionadas hasta la ruina. Tampoco la de los centenares de miles de vascos que buscaron en otras tierras de España la seguridad que en sus educadas y gentiles Vascongadas sólo podían garantizar mediante sus pagos para financiar a la ETA. No obstante, usted que tuvo la fortuna de crecer en la libertad, fue educada desde el odio, el racismo, la falsa singularidad y la historia inventada. Usted, además de deslenguada, es tonta. Se ha creído lo que el odio le enseñó. Y le repito. La organización terrorista vasca, nos mataba y nos hería, pero no nos insultaba, ni menospreciaba mientras nos quitaba la vida o nos arrancaba las piernas o los brazos. Eran mucho peores que usted, infinitamente más perversos y miserables, eran unos auténticos y clamorosos hijoputas, cobardes e inhumanos, pero no insultaban.

España, señorita actriz, y con ella sus provincias vascas, es una joya de la cultura universal. La literatura, la poesía, la pintura, la música y la escultura están impregnadas de genialidades españolas. España, señorita Gaztañaga, consiguió que más de medio mundo se entendiera, se hablara, se amara y discutiera en español. Así como los catalanes se dedicaron con más ahínco al comercio y no a las gestas y aventuras, los vascos fueron junto a los castellanos, andaluces y extremeños, leales compañeros en las navegaciones gloriosas y el establecimiento en el nuevo mundo. España es mucho, señorita Gaztañaga, para que usted y otros majaderos insulten a los españoles –se insultan ustedes a sí mismos–, en un programa chungo de una televisión que se sostiene gracias a los impuestos que pagamos todos los españoles, ustedes incluídos. Pero se lo recuerdo. Mil asesinados, miles de familias rotas y sin esperanza, mil tumbas repartidas desde San Sebastián a Cádiz conteniendo los huesos inocentes de quienes sus simpáticos chicos decidieron exterminar no merecen sus insultos. Los han recibido posteriormente. El PNV, algún Gobierno cobarde de España, y los partidos que surgieron del crimen para alcanzar las instituciones sí nos han insultado con su desprecio a las víctimas. Pero ya estamos hartos, actriz secundaria. Aprenda la asignatura de la humanidad y la buena educación. Y a partir de ahora, trabaje como actriz de segunda en su aldea, porque en el resto de España su nombre va a espantar a los que pagan con sus impuestos sus leves trabajos. Borona, jeba, ingrata, inculta y majadera.