El desafío independentista

Septiembre

La Razón
La RazónLa Razón

En septiembre de 1972, durante los Juegos Olímpicos de Múnich, un comando palestino secuestró y asesinó a 11 atletas israelitas. Los asesinos se denominaban «Septiembre Negro», en recuerdo a los acontecimientos de septiembre de 1970, cuando terroristas de la Organización para la Liberación de Palestina instalados en Jordania secuestraron varios aviones de países occidentales. La respuesta del gobierno jordano fue brutal, preocupados por la creciente influencia que tomaban los palestinos expulsados de Israel , declaró la ley marcial y el 17 de septiembre de 1970 tropas jordanas asaltaron la jefatura de la organización terrorista y arrasaron los campos de refugiados de Irbid, Salt, Sweileh y Zarqa, donde se contabilizaron más de 3.500 muertos. En noviembre de 1971, comandos palestinos asesinaron en El Cairo al primer ministro jordano Wasfi Tal. Esa fue la primera aparición del grupo terrorista «Septiembre Negro», luego vendría la matanza de Múnich. La causa palestina conseguía su mayor éxito, la internalización del proceso, a sangre y fuego. El proceso separatista catalán se halla en la penúltima fase del plan trazado por Pujol a finales de los años ochenta. Ahora toca «internacionalizar el proceso». El hostigamiento al disidente, la desobediencia a las leyes, el menosprecio a las ofertas de diálogo o el triunfo del relato independentista son metas ya amortizadas entre las filas soberanistas. Estamos muy lejos de las jornadas previas al inicio de la guerra civil de 1936, cuando las algaradas sociales eran habituales y los atentados políticos diarios; pero cada vez más cerca de imitar las fatídicas fechas de octubre de 1934, que, para los desmemoriados que pueblan España, fue el aldabonazo necesario para iniciar dos largos años de inestabilidad política y social en España que terminó en una guerra fratricida y cuyo epicentro fue Cataluña, cuando el entonces irresponsable presidente de la Generalitat, Lluís Companys, decidió dar un golpe de Estado, proclamando la república catalana y desobedeciendo las leyes de la República española. Aquello fue el inicio de la tragedia hispana. Carme Forcadell es la presidenta del Parlament de Catalunya y el prototipo de fanática nacionalista, militante de ERC, fue miembro de su Comité Ejecutivo y la presidenta del chiringuito nacionalista que ha movilizado a miles de catalanes gracias a la generosa ayuda económica de la maquinaria separatista instalada en la Generalitat. La consigna separatista para septiembre es «O referéndum o referéndum», con el objetivo de extender la desobediencia entre los cargos electos y provocar una respuesta desmedida del Gobierno español, para así conseguir la ansiada atención internacional al proceso. Necesitan mártires a su causa. En España probablemente viviremos un «Septiembre Negro», jornadas que vendrán precedidas de manifestaciones y conatos de algaradas en las plazas catalanas y con un despliegue de medios económicos nunca visto en tareas de agitación y propaganda. Por cierto, la matanza de los campos de refugiados no la perpetró Israel, la perpetró Jordania. El choque de trenes no será entre Cataluña con el resto de España, sino que será entre catalanes. Septiembre es mañana. Avisados estamos.