Cástor Díaz Barrado

Sin acuerdo

La Razón
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Después del acercamiento que había tenido lugar entre las autoridades de Taiwán y de China en los últimos años, la elecciones presidenciales, que acaban de tener lugar en la isla de Formosa, alejan, al menos de momento, que se llegue a acuerdos que permitan resolver, de una vez por todas, los conflictos entre la República Popular de China y la República de China como dos realidades diferenciadas en el orden internacional. Es posible que el triunfo de la presidenta Tsai Ing-wen se deba a razones de carácter económico, pero, también, a las posiciones que mantiene respecto a las relaciones con China. La población de Taiwán no acaba de ver con buenos ojos que se produzca un acercamiento a la China continental que, a la postre, signifique que desaparezcan las instituciones propias de Taiwán y que, con ello, se pierdan los componentes que configuran la identidad de esta isla. Una vez se resuelvan, o encaucen, las cuestiones económicas que, con toda seguridad, han influido, y mucho, en el triunfo del Partido Democrático Progresista, se deberá abordar el futuro de Taiwán en lo que se refiere a sus relaciones con China. No hay duda de que las relaciones económicas entre las dos partes se irán incrementado así como el marco de cooperación en casi todos los sectores, pero no queda nada claro si se producirán o no acercamientos en lo político. La realidad internacional lleva, necesariamente, a que el Gobierno de Pekín vaya cambiando, paulatinamente, sus posiciones respecto a la democracia y los derechos humanos. Sobre todo, se impone la necesidad de que se vayan adoptando instituciones que representen el sentir de los ciudadanos. No parece posible sostener, durante mucho tiempo, los avances en lo económico y la apertura en el campo comercial, de las inversiones y en lo financiero y, al mismo tiempo, cerrar toda posibilidad de cambio político. No pensemos que Taiwán se adaptará al modelo de la China continental. Es posible, aunque parezca lejano, que la República Popular de China comience el camino hacia la democratización de sus instituciones. Entonces será posible el acuerdo entre las «dos Chinas».