Alfonso Merlos
Sin norte, sin patria
En efecto. Van cuesta abajo y sin frenos. Pero que no se preocupen que se los vamos a poner el resto de los españoles, tirando de la carraca de la Constitución para evitar que estos irresponsables lleven a la cuneta a Cataluña cavando su ruina. Y desde luego que capítulo aparte merece la irresponsabilidad cutre y descocada de los socialistas.
No es una cuestión de ceses o de dimisiones, de una escabechina que se haya hecho o se vaya a hacer entre la militancia y ciertos cargos o representantes públicos. De contar los apoyos o las abstenciones o los rechazos forzosos a una iniciativa que es el puro y duro disparate. Es una cuestión de principios. O se está con España o se está contra España. O se está para trabajar –todos compactos y todos unidos– por un país más próspero y mejor, o se está por dividirlo y debilitarlo. O –lo que es peor a veces– por fomentar debates estériles o tontorrones que nos distraen energías respecto de lo fundamental.
No rescatemos la vieja y socorrida cantinela de que el PSC no es el PSOE para explicar lo ocurido en la votación. Lo queramos ver o no, lo que revela la actitud de las últimas horas de los nietos de Largo Caballero en relación al desafío rupturista de Más es que carecen de un norte, de una agenda, de un proyecto, de una meta definida –legal y legítima– por la que luchar.
Está claro que en la peculiar delegación de Ferraz en el noreste del país tienen un cacao mental de tres pares de narices. Bien les vendría recuperar y meditar sobre el aforismo de Ernst Gellner: «El nacionalismo no es el despertar de las naciones hacia su conciencia propia; ser nacionalista significa inventar naciones donde no las hay».
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