Cataluña

Soy un traidor

La Razón
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En la Cataluña del nacionalismo y del pensamiento único es norma habitual ser señalado como traidor a la patria cuando te opones al separatismo y por ello expulsado del oasis putrefacto catalán mediante la humillación pública e impúdica de los desafectos al régimen con la exhibición en la prensa habitual (bien sea en la decadente TV3 o en los medios del conde) y siempre con escarnio, alevosía y buscando la muerte civil del opositor.

Coincidiendo con la próxima celebración de la españolísima fiesta del libro de «Sant Jordi», los medios propagandísticos de la Generalitat y los corifeos de la segregación lingüística (los impulsores del «Manifiesto del grupo Koiné» que abogan por la eliminación del castellano en Cataluña), están publicitando un panfleto que se llama «Perlas catalanas. Tres siglos de colaboracionistas», cuyos autores, muy probablemente, ganen algún día el premio de honor de las «Lletres Catalanes» y que incluso el presidente Puigdemont (alias «el Motxo») les imponga la «Creu de Sant Jordi» por sus méritos con la patria. Entre los 70 catalanes señalados y exhibidos como quintacolumnistas, franquistas, fascistas, nazis, negreros, explotadores, colonialistas, «botiflers» y traidores a la patria (entre otros amables epítetos calificativos), tengo el «honor» de ser nombrado. Todos los citados figuran en la lista por ser unos demonios obscenos capaces de las mayores fechorías contra la libertad de Cataluña, opresores de las libertades de los catalanes y sobre todo por ser unos traidores a la patria. Entre ellos destacan figuras como Josep Pla, el General Prim, Cambó, Vicens Vives, Boadella, Víctor Balaguer, Eugeni D´Ors, Carme Chacón, Vidal-Quadras, Miquel Roca o Arcadi Espada; por poner sólo algunos ejemplos. Es cierto que en la lista no están Salvador Dalí, Pere Anton Veciana (fundador de los Mossos), la familia completa de Lluis Llach, Josep Mª Sert, los primos de Xirinacs, la familia del consejero Comin, Mossèn Cinto Verdaguer, el abuelo de Ernest Urtasun, el dibujante Castanys, la familia de Pere Aragonés, don Carlos Godó Valls, el diputado de ERC Ramón Franco, Pepe Samitier, Joan Fuster –el gurú del nacionalismo y de pasado falangista–, el ministro López Rodó, Martí de Riquer, Mary Santpere, el abuelo franquista y el tío divisionario de Joan Majó Cruzate, el poeta Pons Gallarza o incluso se han olvidado de la familia franquista del presidente Puigdemont. La lista sería larguísima, pues como todos sabemos hay muchos más catalanes que son traidores a la patria que patriotas.

Lo reconozco, soy un traidor a la patria de Jordi Pujol, soy un traidor a la patria del racismo lingüístico, soy un traidor a la patria de los amigos de ETA y Terra Lliure, soy un traidor a la patria de los que excluyen por motivos ideológicos y supremacistas, soy un traidor a la patria de la CUP y JxS que desean la ruina de Cataluña y de España, soy un traidor a la patria separatista que sale en TV3, soy un traidor a la patria del proceso separatista que generará frustración y odio.

Y mientras los separatistas nos señalan con el dedo por ser traidores a la patria, la inmensa mayoría de catalanes nos preguntamos, ¿dónde está el Estado?