César Lumbreras

Temas de fondo (III): más viejos

La Razón
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España figura, junto a Japón, en la cabeza de la clasificación de los países más envejecidos del mundo. Bien es verdad que los nipones nos llevan una delantera de bastantes años con esta situación. De ahí que tengan muy desarrollada la industria de la robótica aplicada a los servicios relacionados con la tercera edad y que pretendan que este grupo de productos sea uno de los ejes de sus exportaciones. Tenemos, por lo tanto, un grave problema demográfico, que no afecta solamente al sistema de pensiones. Para solucionarlo es necesario fomentar la natalidad y apoyar a las familias que se decidan a tener hijos mediante incentivos de todo tipo, como sucede en países de nuestro entorno, que hace tiempo entendieron que los niños no son un problema, sino la solución, además de fuente para crear riqueza. Estoy deseando conocer las medidas de apoyo familiar, entendidas en sentido amplio, que plantean los principales grupos políticos que concurren a las próximas elecciones. El problema tiene una segunda vertiente no menos importante. Se trata de la concentración de la población, cada vez más escasa, en las zonas urbanas y próximas a las ciudades. Según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) continúa la huida, especialmente de los más jóvenes, de las zonas rurales. Muchos pueblos de Castilla y León, Aragón, Castilla la Mancha y otras comunidades se están quedando vacíos y también hiperenvejecidos. ¿Quién va a cuidar del territorio y del patrimonio si esas pequeñas localidades desaparecen? Hace falta también un conjunto de medidas, entendidas en sentido amplio, que ayuden a frenar la urbanización excesiva y el abandono rural. Ardo en deseos de conocer las propuestas de los principales grupos políticos, especialmente de los dos emergentes, que son muy urbanos, en esta materia, aún sabiendo que el problema no se arregla de un plumazo, ni de un día para otro. Pero alguna vez habrá que comenzar a buscar soluciones, y a poner el cascabel al gato, digo yo.