Toni Bolaño

Teoría y realidad

Antonio Gramsci, el líder del PCI que se atrevió a romper con la entonces todopoderosa URSS, escribió un libro titulado «Política y praxis». En él, el dirigente eurocomunista defendía que el PCI sólo mantendría apoyo popular si su política respondía a la realidad social. Pretendía Gramsci discutir aquella máxima estalinista de que «si la teoría o la realidad no concordaban, peor para la realidad». Esta confusión entre teoría y realidad vive en el narcisismo nacionalista. Artur Mas ha viajado a Bruselas. Durão Barroso no lo ha recibido. Estaba ocupado con el presidente de Cabo Verde. El presidente catalán ha preferido no darse por aludido y ante la frialdad –tampoco ha conseguido un solo apoyo, aunque fuera tímido, de ningún comisario–, se ha afanado en cruzar navajas con Rajoy desde la distancia, en su particular «remake» de «Yo a Bruselas, tú a Kazajistán», y en cuestionar la doctrina oficial preguntándose de forma retórica: ¿está dispuesta la UE a perder contribuyentes netos? ¡Vamos, Europa sin Cataluña, pura entelequia! El presidente catalán se ve vestido como un gran rey. No se da cuenta de que el rey está desnudo. Alguien debería decirle que cuando el decimonónico filósofo Francesc Pujols decía que «llegará un día en que los catalanes, por el mero hecho de serlo, iremos por el mundo y lo tendremos todo pagado» era sólo una ironía. No era irónico Alain Minc, antiguo asesor de Sarkozy, consejero de Caixa Bank y presidente de Sanef, la filial francesa de Abertis, cuando dijo la semana pasada en Barcelona: «Ningún país de la UE apoyará este proceso», para añadir: «Los catalanes son demasiado inteligentes para cometer la tontería de la independencia».