Bruselas
Tribu de cabreados
Viene, se precipita, llueve y vuela por nuestra polvorienta península. Ahí está, luciéndose, la primera borrasca a la que bautizamos. Ruge, descarga sus truenos de agua a través del viento y nos aleja unos metros, apenas, del precipicio de la sequía. Eres bienvenida, Ana. Tu virulencia meteorológica nos devuelve pantanos y ríos, nada que ver con la ira de los hombres que gobiernan y amargan vidas. Hemos visto cómo un líder político con expresión y maneras de enfadado crónico, tipo Donald Trump, es capaz de resucitar al Ku Klux Klan, puede levantar muros, vetar países y desencadenar guerras en cuestión de segundos. Su última salvajada desafiante ha consistido en anunciar que Jerusalén es la capital de Israel, una bofetada en toda regla a millones de personas y una injusticia histórica, mientras Palestina no sea reconocida unánimemente como Estado, con epicentro en la misma Jerusalén. ¿Quién le puede recordar a Trump que la Ciudad Santa no le pertenece a nadie?
Ante un mandatario tan arrogante, solo te queda rezarle al Dios de todas las religiones presentes allá, en Jerusalén, para que los agraviados se contengan, y desear que el susodicho no cometa errores irreversibles mientras gobierne. Ojalá los demócratas estadounidenses encuentren cuanto antes a un líder que borre del mapa al señor Trump, destacado político de la tribu de los enfadados, esperanza blanca de los votantes del ceño fruncido. De los nacionalistas del American First.
Los expertos políticos del cabreo se encarnan aquí en personajes como Gabriel Rufián. Sus televisivas puestas en escena en el Congreso, con impresora, con esposas o vete a saber con qué, son alpiste para sus afines ideológicos. Toni Comín es otro de esos políticos airados, que exclama barbaridades en cuanto le dejan sobre el escenario de un mitin. En Bruselas, el ex conseller catalán de Salud se atrevió a gritar que el Gobierno español es franquista. ¿Qué decirle a este sujeto?
Siempre lo he pensado: estar en manos de seres enfadados es lo más peligroso que te puede suceder. ¿Qué puedes esperar de quien te evita la mirada? ¿Qué responder al que no sabe abrazar y decir lo siento? Al intolerante, al egoísta, al terco en sus ideas... ¿Qué sueño puedes soñar junto a un iracundo reincidente? ¿Y qué puedes pronosticar de un presidente resentido, con la escopeta cargada, líder de un nacionalismo responsable del éxodo de 3.000 empresas? Ojalá el 21 de diciembre pierdan los cabreados.
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