Pilar Ferrer

Un discurso cartesiano

Aún consternado por la tragedia de Santiago, que inyecta drama y humanismo al escenario político, el presidente del Gobierno regresó a La Moncloa con la vista puesta en su comparecencia del próximo jueves. Ante unos diputados despistados, desubicados en el Senado por las obras en el Palacio del Congreso, Mariano Rajoy afronta un reto: desmontar el caso Bárcenas, jalonado de mentiras, chantajes, altavoces mediáticos e intereses espúreos, que como veterano fajador de la política, él bien conoce. Pocos, muy pocos, están en las entrañas del presidente ante esta nueva cita. Soraya, María Dolores y Carmen, son las tres damas de las que se fía el sutil y rocoso gallego.

Pero Rajoy puede dar alguna sorpresa en el debate. Ante un PSOE cercenado por el escándalo de los ERES, habrá que ver hasta dónde llega Rubalcaba. De Cayo Lara y Rosa Díez, todo es posible, condenando a Rajoy antes de escucharle. Más mesurados serán CIU y el PNV, cuyos líderes en Madrid se mueven con prudencia. Máxime los catalanes, por cuyas venas pasa el latrocinio del Palau. El jefe del Gobierno guarda en su mano los buenos resultados de la EPA, que da por vez primera un respiro al paro, y la esperanzada puerta de la recesión. Es un avezado parlamentario, con experiencia en marcar terreno. Ya se lo espetó un día a Rosa Díez: «Usted habla de lo que quiere, y yo también». Ahí queda eso.

Basado en la genial filosofía de René Descartes, prepara su intervención bajo tres premisas: sensatez, seguridad y verdad. Para bien dirigir la razón, sin admitir jamás cosa alguna como verdadera sin evidencias de que lo era. Es la esencia del Discurso del Método, que Rajoy puede hacer suyo. El ex tesorero Luis Bárcenas no ha demostrado todavía, con pruebas palmarias, sus acusaciones. Por ello sigue en la cárcel, y tal vez seguirá con sus ataques. Habrá días de furia, rabia y titulares excesivos. En la mano de Rajoy está lidiarlos con su mejor baza: verdad y honestidad.