Reyes Monforte

Un error de cálculo

Costó mucho adquirir una serie de derechos para que ahora pueda venir el listo de turno a ponerlos en duda. Y no lo digo por la brillantez intelectual de los que tenemos sentados en el Tribunal de Estrasburgo, prodigios de sensatez y humanidad, sino por los se atreven a criticar que los estudiantes no puedan salir a la calle para ir a la huelga.

Su derecho a la huelga, que es tan legítimo y sagrado como el derecho a estudiar que tienen otros muchos estudiantes como ellos que, sin embargo, no pudieron hacerlo por coacción o por imposibilidad manifiesta, bien por falta de infraestructura o por la ausencia de personal docente. Y entrar en una guerra sobre cuál de los dos derechos prima sería largo, tedioso y aburrido. Se trata de posibilitar derechos, no de jugar con ellos. Y no es algo para tomar a broma. No asistir a las clases tiene sus consecuencias, sobre todo a la larga.

Como prueba, tenemos la reiterada falta de asistencia a clase de cálculo que en su día debieron de protagonizar los responsables de computar las cifras de asistencia a las manifestaciones que, lejos de cortarse, tienen la bravura de dar los porcentajes de participación incluso con decimales, como si quisieran insistir en el portento de exactitud en el que se convierte cada cuantificación de la asistencia a una huelga, da igual cuál sea. Una de dos: o ambas partes mienten, o han ido a manifestaciones diferentes. O una tercera opción más probable: no fueron a clase ese día.

Y eso incide en otro derecho de todos: el de la información. Vamos a terminar cogiendo número para poder disfrutar de nuestros derechos. Al tiempo.