Teatro
Un excelente discurso
Por fin llega alguien a los teatros que ahora se apodan de Ahora Madrid la parida (perdón la paridad) con la flamante nueva directora a quien no nombro en este artículo para que su currículo no se vea afectado por esta impertinencia. ¿Y esto qué significa? Que se tendrá en cuenta a las «autoras y directoras» en su programación para el escenario municipal, como informa en excelente reportaje nuestro compañero Julián Herrero. ¡Ah! y se va a hacer teatro «para la gente», nada más y nada menos. Mi artículo del lunes pasado versaba sobre «La venganza de don Mendo», que recomendaba vivamente a los lectores de LA RAZÓN. Lo que no sé, con la nueva directora, es qué hubiera pasado con la susodicha (la obra, no la ínclita). Primero, si hubiera permitido que doña Ramírez la hubiera interpretado un hombre, en este caso, Roberto Quintana, cuya actuación fue magistral e hizo las delicias de mis alumnos. Segundo, ¿mis alumnos serán gente o ectoplasmas? Porque hasta ahora, por culpa de esa derechota, los que íbamos al teatro ignorábamos que no éramos gente. Las feministas de bote creen que distorsionando el idioma y haciendo los insoportables y anticomunicativos dobletes ya están salvado la presencia de la mujer en la sociedad a través del idioma. Una de éstas decía el otro día que había que «hablar con los comerciantes y con los vecinos y las vecinas» (¿y las comerciantes?). Una cosa es leer en un libro de Historia que «el hombre puebla la tierra..., inventa la rueda...» o escribir el sintagma más correcto «el ser humano». ¡Basta ya, por favor! Ahora que no está Sánchez, la militancia del PSOE está incluida en el genérico «correligionarios de partido», que es más cortito y más correcto..., gramaticalmente, claro, no políticamente.
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