Debate de investidura

¿Un verano más?

La Razón
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Cada verano buscamos tomarnos un tiempo para alejarnos de nuestra rutina diaria y de los problemas que nos acucian cada día –muchos de los cuales seguirán ahí a la vuelta de las vacaciones– y centrar nuestras preocupaciones y ocupaciones en el relax, el ocio, el descanso y en combatir el calor. Pareciera que todo aquello que nos come a diario desapareciera o se paralizase, pudiendo esperar, sin demandar la urgencia y la tensión que nos producen el resto del año. Incluso que los grandes asuntos que a todos nos afectan nos dan una tregua.

Pero no es así. Tan sólo es nuestro estado de ánimo vacacional el que nos hace percibir de manera distinta las mismas situaciones y problemas que nos rodean.

Un ejemplo es la incertidumbre política de cara a la formación de gobierno en nuestro país, asunto en el que los ciudadanos ya se han perdido hace tiempo acerca de las conversaciones, acuerdos y culpabilidades al respecto. Sólo saben que habrá una sesión de investidura el 30 de agosto y nuevas elecciones en Navidad si no se forma gobierno. Los detalles a la vuelta, pero la cuestión sigue ahí con idéntica importancia.

Lo mismo ocurre con otros asuntos relevantes que acontecen fuera de nuestras fronteras y que nos afectan directamente.

Las elecciones en Estados Unidos son otro ejemplo. De la intensidad con la que hasta hace unos días se nos daba cuenta de las maldades del candidato republicano y la preferencia generalizada por la candidata demócrata, hemos pasado a la práctica desaparición de este asunto en las informaciones, como si las elecciones se hubieran detenido o decidido ya. Pero no es así.

Una encuesta del jueves establecía una diferencia de 4 puntos entre Hillary y Trump, con una preferencia por la primera de las mujeres y los titulados universitarios frente a los hombres y los carentes de esos estudios, que lo hacen por el segundo, cuyos votantes consideran como problemas más graves la inmigración y el terrorismo, frente al medio ambiente y la brecha social en el caso de Hillary. El 45% considera que esta última será una mala o terrible presidenta, frente al 55% en el caso de Trump.

Aunque en España desde la candidatura de Reagan siempre se ha presentado a los candidatos republicanos como ineptos e incapaces, lo cierto es que las diferencias son muy estrechas, la campaña sigue con toda su fuerza, y el resultado será importante para todos.

Lo mismo ocurre en Francia y Alemania, donde hay elecciones el próximo año, pero ya desde septiembre se pondrán en marcha las campañas con toda su intensidad, empezando por unas novedosas primarias entre los conservadores en Francia que pueden dejar a la derecha como un solar en beneficio del populismo de Le Pen y de la incompetente y dividida izquierda ante el fracaso de Hollande.

También Alemania tiene un complejo horizonte electoral por las dificultades económicas en Europa y el desgaste sufrido por la canciller, en especial con su polémica política migratoria y sus cesiones a la Turquía de Erdogan, que debilitan su liderazgo en el partido, e incluso la coalición de gobierno con el SPD.

Y por supuesto, lo que está ocurriendo en este último país con la purga que está llevando a cabo su presidente para consolidar la dictadura presidencialista islamista más poderosa y cercana a Europa, ante la pasividad de las instituciones y líderes europeos, como si con el verano se hubiera resuelto el problema, que avanza implacable, hasta el extremo de llegar a vaciar las cárceles para llenarlas de golpistas y enemigos de su régimen.

El verano no resuelve los problemas actuales ni los del futuro inmediato, pero sí que puede ayudarnos a enfocarlos mejor si somos capaces de afrontarlos con una perspectiva y una presión semejante a como lo hacemos en estas fechas, y sin olvidar que siguen existiendo.