Carmen Enríquez
Una lección
Hace falta una gran fortaleza moral y una sólida personalidad para resistir el cúmulo de adversidades que esta viviendo la Reina durante el último año, sin que haya dejado de cumplir con su tarea con la misma dignidad de siempre. El seísmo de proporciones desmesuradas que recorre la estructura esencial de la Familia Real no ha logrado vencer ni doblegar a una persona que siempre ha sido un referente del comportamiento que debe mantener un miembro de la primera institución del Estado. Una vez más, Doña Sofía está siendo capaz de seguir con su tarea institucional, de desempeñar con la misma responsabilidad y profesionalidad de siempre el trabajo de agenda que se le asigna sin darse por aludida de la fuerte crisis que atraviesa la institución de la Corona en España.
No importa que fuera estén lloviendo piedras ni que algunas amenacen con romper el techo de cristal que ha servido de escasa protección a la intimidad de la Familia Real. Ni que los medios de comunicación relaten con crudeza algunos episodios que afectan directamente a algunos miembros del núcleo familiar. Ni que se publiquen fotografías y declaraciones que la dejan en una posición más que delicada ante propios y extraños. Doña Sofía resiste porque fue educada desde niña para resistir y es capaz de interiorizar y tratar de superar cualquier situación por muy adversa y dura que sea. Sabe cuáles son sus obligaciones y por eso cumple con ellas al ser muy consciente de que todos los ojos están pendientes de cualquier gesto que constituya una señal de debilidad. No es difícil imaginar el calvario por el que está pasando la Reina, el sufrimiento que le debe estar produciendo todo lo que ocurre a una parte de su familia, la toma de decisiones que ha adoptado respecto a su hija y su yerno, que han sido objeto de severas críticas por parte de algunos medios. Todo eso ha tenido que hacer mella en su ánimo, es indudable, pero no ha conseguido doblegarla. La Reina está dando una lección de entereza en uno de los momentos más difíciles de la Monarquía. Es una mujer fuerte, sin duda, que tiene muy claro que no puede fallar ni al Rey, su marido, ni al heredero, su hijo, ni a su familia. Iría contra su propia naturaleza.
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