Una lección de presencia

Sara tenía una personalidad tremenda y por eso logró tanto éxito, igual en América que en España. Tanta, que consiguió ser importante en todas sus facetas artísticas porque poseía un físico y una forma de ser arrolladores. Allí donde estaba Sara eclipsaba a todas. Era guapísima y tenía un gancho tremendo. Aunque quizá no fuera una gran actriz, su personaje se hacía notar siempre, en todas las películas que ha hecho. Era muy querida por todo el mundo, incluso llegó a codearse con los mejores actores de Hollywood. Recuerdo que «El último cuplé» estuvo varios años en los cines de la Gran Vía, y todo era por ella. Tenía un físico estupendo y enganchaba muchísimo.

Personalmente la traté muy poco, pero me consta que era de muchas maneras, pero nunca prefabricada. Cuando ella aparecía, todo el mundo alrededor pasaba a segundo plano. Atraía todas las miradas y de inmediato no había nadie más. El físico que tenía lo dice todo. Sabía cómo sentarse o levantarse, daba una lección de presencia en cada paso. Ella se había hecho una copia de sí misma, se copiaba para aparecer en pantalla dos veces. Pero era ella, y nada más.