Julián García Candau
Vestuario en llamas
Al Madrid sólo le faltaba que Mourinho, además de perseguir a sus enemigos, acabara con los amigos y parece que tal está ocurriendo. Tuvo rifirrafe con Di María pese a que éste se convirtió en su portavoz cuando cargó contra los árbitros. «Mou» lo ha tenido también con Cristiano y esto es más grave. Ponerse en contra del mejor jugador del equipo, quien constantemente salva las situaciones más comprometidas con goles, es preludio de suicidio.
Castigó injustamente al otro hombre clave, Casillas y ahora se enfrenta a Cristiano. Lo de Mourinho empieza a ser más que preocupante. Se ha peleado con media España, ninguneó al difunto Manolo Preciado, le puso el dedo en el ojo a Tito Vilanova, puso a pan pedir a Toril, se ha ciscado en la cantera –aunque ha pretendido decir que la defiende– ha tenido palabras descalificadoras para cuantos han osado discrepar y hasta ha llegado a acorralar a un periodista, acompañado por sus acólitos.
Cada día resulta más complejo soportar a Mourinho en el club. Si ya tenía directivos disconformes con sus modos, incendiar el vestuario con jugadores tan esenciales es cuestión que alguien debe estudiar minuciosamente. Las reacciones del entrenador deben ser analizadas por expertos en psicología. Gentes capacitadas para explicar las razones de quien, ante su evidente fracaso futbolístico, busca cargar las culpas a cualquiera que pase por delante.
Posdata. Guardiola le ha abierto las puertas del Manchester United, Chelsea o City.
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