Gaspar Rosety
Víctor Sánchez del Amo
El Real Madrid ha sido, desde siempre, una inagotable fuente de buenos futbolistas y grandes entrenadores. Uno de los casos más recientes es el de Víctor Sánchez del Amo, con el que tuve ocasión de conversar hace unas fechas en el Asador Donostiarra junto al director general Pedro Murias Ábrego.
En el intercambio de pareceres descubrí en Víctor un hombre que ha prolongado su buen estilo y su buen gusto de futbolista hacia el perfil de entrenador. En aquellos años noventa, siendo un veinteañero triunfador, ya tuve ocasión de conocerlo y tratarlo y lo mejor de todo es que no ha cambiado nada, salvo que su experiencia y sus conocimientos técnicos y tácticos, así como los psicológicos resultan ahora incontestables. Buena prueba de ello es que, con muy pocos mimbres, ha sido capaz de obrar el milagro de la salvación del Deportivo de La Coruña cuando todo el mundo lo daba por muerto y descendido a Segunda. Y lo hizo consiguiendo meritorios resultados en campos de la máxima dificultad.
Lo que siempre me ha llamado la atención de Víctor es la firmeza de criterio que ha demostrado desde sus inicios. Tiene las ideas tan sumamente claras y sus objetivos tan bien definidos que no albergo dudas sobre su futuro inmediato: es un ganador, un triunfador que sabe, que no se duerme en los laureles y que se esfuerza por estudiar y formarse cada día hasta la perfección. No en vano, varios clubes de la élite nacional han querido sacarlo del Deportivo estos últimos meses para iniciar un proyecto más grande. Sin embargo, a sus 39 primaveras, no tiene prisa. El Deportivo ha sido su casa y la sigue sintiendo como tal. El futuro le espera.
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