Fernando Vilches
¿Y para los «sisi»?
Hace unos días, el líder del PSOE ha hecho pública su segunda medida estrella, tras la de suprimir la Religión en la Educación, denunciar el ¿concordato? y convertir a España en un Estado laico, aunque todos creíamos que ya con ser aconfesional era suficiente: dedicar 11.000 millones a los «nini» para recuperarlos para la vida activa. Y yo me he preguntado estos días qué habrán pensado tan insigne líder y su equipo sobre los jóvenes que SÍ estudian, que SÍ quieren encontrar trabajo y que SÍ se han formado en nuestras aulas universitarias o de FP.
El ejemplo de estos jóvenes lo tengo muy cerca. Mi sobrina Julia, una chica extraordinaria, estudiosa, trabajadora, que ha terminado ya su grado y un máster en Periodismo y que, tras prácticas e intentos de trabajar en lo suyo, ha cogido una oferta de auxiliar administrativo en una multinacional. Borja Rodríguez Urbán, que ha recorrido el mismo camino educativo que mi sobrina, un tipo culto, agradable y que está deseando trabajar hasta el punto de que envía currículos todos los días por docenas para tratar de encontrar trabajo en su campo profesional. Javier Becerra, uno de los informáticos que trabajan con contrato temporal en mi Universidad, preparadísimo en lo suyo, educado y con espíritu siempre de colaboración y de prestar ayuda a personas de formación analógica como yo, lo que hace con enorme eficacia. Carolina Herranz, nuestra becaria del área de Lengua Española, con dos carreras y un máster, elaborando la tesis doctoral, dando clases, escribiendo ponencias para mejorar su currículo investigador, atendiendo alumnos y corrigiendo exámenes por menos de cuatrocientos euros brutos al mes. Laura Sanz, la doctoranda y colaboradora de nuestra área, sin sueldo, quien, tras terminar su graduación con premio extraordinario y un máster, colabora con nosotros corrigiendo, dando algunas clases, a la vez que escribe su tesis doctoral y algunas colaboraciones de investigación y que trabaja en una empresa en la que apenas gana para sobrevivir.
Todos ellos excelentes personas y con ganas de ser útiles a la sociedad que les ha permitido formarse. ¿Quién se ocupa de su futuro? Son jóvenes, les gusta divertirse, como a los «ninis», pero están sufriendo para convertirse en ciudadanos útiles e independientes económicamente.
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