El desafío independentista
Y resulta que eras un holograma
El personaje que más quebraderos de cabeza ha dado al Estado todo, protagonista de mensajes agónicos, chistes sublimes, memes tontos, imitaciones grotescas, el político que dio a su pesar nueva vida al invento español de la fregona, el Mesías que llevaría a su pueblo a Bruselas y acabó él solo con las aguas del Mar Rojo cerrándose a sus espaldas, en fin, el impronunciable, llamado en clave Pokémon, no sé si porque había que cazarlo en cualquier parque, va desvaneciéndose, borrándose hasta tal punto que pudiera creerse que el que vemos en sus apariciones estelares es ya un doble, un clon plurilingüe que duerme en una urna de cristal asistido por un ordenador ruso.
Circula la idea de que hará campaña electoral convertido en un holograma, como Michael Jackson, despojado de carnalidad, lo que es una contradicción con su acepción carnavalesca. Al final su carne es débil por lo que plantea mítines veganos, que no deja de ser otra religión como la soberanista o la tradicional católica de su compañero Junqueras, que puso por delante la cruz y su corona de espinas, como si nos importara con qué comulga. Confiésense pero ante un Tribunal ya que el reino de Cataluña es de este mundo y aquí quien más quien menos estamos bautizados y somos pecadores. Así, convertido en el hombre sin atributos que inauguró Robert Musil en los años treinta, aquel que vivía en Kakania que en realidad era el imperio austro húngaro del que Berlanga era sublime admirador en su vertiente de astracán, el innombrable ha conseguido que se reúnan expertos en la reforma constitucional, estudiosos en cómo han de denominarse a las regiones de España. Señores y señoras de prestigio filosofan sobre conceptos trascendentes como contrapartida a las actuaciones de un cómico bipolar. Tantos años de cátedra y de ilustres estudios para acabar picando el anzuelo. El ex president, que va desvaneciéndose como un azucarillo en la boca de un caballo, ha puesto de mal café a un país entero. Pero al final era una sombra. Alguien que acabará siendo el hombre invisible al que hará falta un rollo de vendas para que nos percatemos de su existencia, el que se enfrentará en las urnas a la momia, en imitación indepe de las películas de la Hammer. Chistopher Lee y Peter Cushing, que dan mucho miedo, si bien son más bien Lauren y Hardy, que no castellanizo para no ofender. Que ellos pueden vomitar barbaridades y a los demás se nos exige encima ser políticamente correctos.
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