Rosetta Forner
Yo manzana
Si Adán y Eva se encontrasen ahora, ya no intercambiarían una manzana a la que poderle hincar el diente, sino una que sería el dibujo de un iPad a través del cual se enviarían mensajes, intercambiarían fotos de la serpiente, y controlarían el funcionamiento del paraíso. La tecnología llegó a nuestras vidas para mejorarla, pero también para controlarla. A diferencia de aquella serpiente primigenia, cuya tentación nos valió la expulsión del paraíso, la actual es una tecnológica que nos facilita la vida y permite a la humanidad estar interconectada –siempre y cuando tenga iPad, iPhone o similar–. Llegará un momento en el que carecer de esos «gadgets» será como ser «ciudadano de segunda», al no poderse presumir de ciertas aplicaciones. Aunque no deja de ser una opción vivir la vida pasando de ciertos «inventos» o dosificándolos. Ahora Apple nos ofrece el OS X Yosemite, de igual nombre que el parque nacional Yosemite, maravilla de la naturaleza. Donde, por cierto, no hay luz eléctrica y pueden contemplarse las estrellas sin «contaminación lumínica», pero sí cabinas de teléfono. No pretendo volver a las cavernas, la tecnología como todo en esta vida tiene dos caras: la provechosa y la peligrosa. Controlar los aparatos del hogar, poder firmar documentos en pdf sobre la pantalla táctil, enviarnos fotos, hacer videollamadas, estar interconectados con el médico/hospital... es una maravilla. Lo que no lo es tanto, es que nos «seduzcan» cada año con una nueva estrategia de «manzana» para que gastemos más, y para que un día, sin darnos cuenta, nos instalen un chip a nosotros. El dicho inglés («an apple a day, keeps the doctor away»: una manzana al día mantiene alejado al médico), bien podría usarse para convencernos de que nuestra vida sin ciertas aplicaciones tecnológicas no es «sana» ni moderna. Sé de gente que se resiste al e-book, prefieren el libro en papel. Algunos tampoco usan teléfonos móviles, prefieren quedar con los amigos antes que enviarse mensajes. Está claro que el mundo se ha actualizado. Y, ya se sabe: renovarse o quedarse desconectado. Yo manzana, tú robot.
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