Tribuna

La UE como polo de poder

El deterioro del liderazgo occidental en el plano internacional está provocando que sus principales potencias se conduzcan de manera oscilante y errática

La UE como polo de poder
La UE como polo de poderBarrio

La existencia de múltiples conflictos convencionales que se desarrollan de manera simultánea en diversos puntos regionales sensibles plantea la duda razonable de si el actual orden internacional, de carácter liberal-occidental, está tocando su final. ¿Está la comunidad internacional transitando hacia otro tipo de arquitectura global? ¿Es realista pensar en un esquema multipolar, en el que las potencias occidentales (EEUU, Reino Unido, UE) y las potencias emergentes (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica) asuman de manera racional y equilibrada cuotas de poder en la gobernanza global?

Se trata de preguntas que aún no tienen una respuesta definitiva. Nadie sabe con certeza qué tipo de modelo sustituirá al actual sistema internacional, ni cuánto tiempo demorará en fraguarse. Sin embargo, no son pocos los análisis geoestratégicos que apuntan en la dirección de la multipolaridad. La limitada capacidad exhibida por el poder institucional y el marco regimental occidental (el «orden basado en reglas») respecto a Rusia predice que el esquema multipolar podría acompañar de facto toda la fase de transición del actual orden internacional hasta que se consolide el sistema que lo sustituya.

Como es lógico, este horizonte de multipolaridad genera inquietud y zozobra entre las potencias occidentales, especialmente las europeas, que se han movido cómodamente dentro del marco del statu quo existente, siempre favorable a sus intereses y percepciones internacionales. Para éstas la multipolaridad no es sinónimo de liderazgo único e indiscutido, sino compartido. Por consiguiente, la multipolaridad tampoco es equivalente (en los términos de referencia occidentales) a estabilidad, sino a anarquía y confusión.

De todos los grandes actores la UE es quizá la que afronta un panorama más delicado. ¿Alcanzará la UE ser uno de los polos de poder en un eventual esquema multipolar? Esa es la voluntad tanto de la UE como de sus Estados miembros. No obstante, es preciso reconocer que los países comunitarios se han beneficiado de una proyección internacional que no se entiende sin el liderazgo y la hegemonía de EEUU. Desde la invasión de Rusia a Ucrania esta situación se ha hecho aún más evidente. No es exagerado señalar que el único resultado tangible cosechado por la UE en el contexto de la guerra en Ucrania ha sido la profundización de su relación de dependencia respecto a EEUU.

La situación en Ucrania no solo ha dejado patente la dificultad de las potencias occidentales para infringirle una derrota estratégica a Rusia, sino que aboca a los europeos a un escenario en el corto y medio plazo ciertamente crítico: ¿Serán capaces la UE y sus Estados miembros de lidiar por sí solos con un eventual proceso de estancamiento de la guerra en Ucrania, a la vez que afronten potenciales desafíos estratégicos que puedan provenir desde el sur?

El riesgo de entrampamiento de los países comunitarios en el Flanco Este y en el Flanco Sur es considerable. Los efectos de la guerra en Ucrania, que va camino de cumplir dos años, están provocando repercusiones regionales que aumentan ese riesgo. Por una parte, se está acelerando el deterioro del referido poder institucional y regimental occidental. Por la otra, se están reabriendo conflictos regionales que habían permanecido ignorados o selectivamente olvidados en el Cáucaso, Oriente Próximo, Oriente Medio, Asia Pacífico, Sahel, etc. De todos esos conflictos regionales, la causa palestina es quizá la que está sometiendo a las potencias occidentales a las mayores contradicciones en el ámbito multilateral.

En contraposición con los BRICS, que han secundado de manera amplia la demanda interpuesta por la República de Sudáfrica contra Israel en la Corte Internacional de Justicia (CIJ), por considerar que Israel está llevando a cabo una política genocida en la Franja de Gaza, las principales potencias occidentales (EEUU, Reino Unido, Alemania y Francia) no han escatimado en brindar apoyo político, diplomático y militar a Israel. Aunque no es concluyente, la CIJ ha constatado, en fase preliminar, indicios de genocidio en la actuación israelí, tal como argumenta Sudáfrica. Lo cierto es que a partir de ahora les será mucho más difícil a las potencias occidentales sostener sus reclamos principistas ante determinados actores internacionales. ¿Con qué autoridad moral acusarán EEUU y la UE a China de estar cometiendo genocidio contra la minoría uigur? ¿Con qué credibilidad internacional denunciarán EEUU y la UE las violaciones a los derechos humanos en África, América Latina?

El deterioro del liderazgo occidental en el plano internacional está provocando que sus principales potencias se conduzcan de manera oscilante y errática. Pues, según el caso, se mueven dentro de los parámetros del moralismo a ultranza o del relativismo moral. Esto no hace sino robustecer la proyección de China, Rusia y de todas potencias emergentes que abogan por un sistema multipolar. En este escenario, la continuidad de EEUU como uno de los principales polos de poder no está en discusión. Sí lo está, sin embargo, el de la UE. El bloque comunitario corre el riesgo de un entrampamiento doble. Político y moral.

Youssef Louah Rouhhou.Analista de asuntos internacionales.