Editorial

La corrupción apunta al corazón del PSOE

El PSOE es el único partido condenado por corrupción, y el caso ERE, el peor de la democracia. Los socialistas deberían ser los principales interesados en limpiar su casa

El «caso Koldo» ha tomado visos de una madeja que está todavía lejos de poder desenredarse. Si como tanto le gusta al presidente sentenciar, la única verdad es la realidad, esta es que la trama corrupta que ha convulsionado Ferraz y Moncloa salpica a dirigentes principales del Gobierno y del PSOE en una investigación por delitos de organización criminal, cohecho, tráfico de influencias, blanqueo y contra la Hacienda Pública por supuestas mordidas en contratos durante la pandemia. Las adjudicaciones arbitrarias afectan a los ministerios de Transportes e Interior, así como a las comunidades autónomas de Baleares y Canarias, en manos socialistas en tiempos del Covid-19. Koldo García aparece como el nombre clave en la red que intermedió para ganar suculentos contratos a dedo con las administraciones y los organismos referidos por más de 50 millones de euros a favor de la empresa fantasma Soluciones de Gestión y Apoyo a la Empresa SL. Koldo García nunca ha sido un cualquiera en el partido ni en el Ejecutivo, sino un hombre de confianza y clave en operaciones brumosas como mano derecha del entonces poderoso ministro de Transportes, José Luis Ábalos, que también era número tres del partido y estrechísimo colaborador de Pedro Sánchez. El presidente no ahorró elogios hacia el presunto corrupto en diversas ocasiones, alguna con testimonio gráfico incluido, al que encargó trabajos no menores como la custodia de los avales de las primarias que lo auparon como secretario general del PSOE. Pedro Sánchez, José Luis Ábalos, Santos Cerdán –«padrino» político de Koldo–, Fernando Grande-Marlaska, que contrató en Interior con la empresa sospechosa, Francina Armengol, presidenta del Congreso, que hizo lo propio como presidenta balear y el ministro Ángel Víctor Torres, jefe del ejecutivo canario, que adquirió material a la firma de Koldo, conforman la nómina de socialistas vinculados con el caso. Hay suficientes preguntas por responder en el ámbito de la responsabilidad política para exigir comparecencias y aclaraciones públicas que no deben demorarse. Por ejemplo, si Sánchez conocía los hechos cuando relevó a Ábalos, lo que fundamentaría una destitución inexplicada. La decisión de ponerse de perfil y enchufar el ventilador en dirección al PP y Isabel Díaz Ayuso solo ha alimentado las sospechas sobre los que se escudan en la calumnia y la mentira con la esperanza de que la ponzoña retórica sirva de parapeto hasta que escampe. Veremos cuál es el tamaño del iceberg que se intuye bajo la tensión de los que orbitan en el sanchismo en torno a hechos tan deleznables como el enriquecimiento ilegal cuando los españoles morían por miles y sufrían por millones. Se ha pasado página con demasiada celeridad a la pandemia y ya resulta irrebatible que no todas las conductas fueron nobles ni ejemplares. El PSOE es el único partido condenado por corrupción, y el caso ERE, el peor de la democracia. Los socialistas deberían ser los principales interesados en limpiar su casa.