Cuartel emocional

La catástrofe

Va a ser muy difícil que Sánchez pueda continuar escalando la montaña de la legislatura con tanta basura que le salpica

La catástrofe es el entorno natural del hombre, y a ello no hay guapo que se sustraiga, sea quien sea y cuente con los elementos más sólidos para capear los temporales. Que se lo digan si no a Pedro Sánchez, que ha celebrado el cumpleaños más amargo de su vida este jueves pasado, viendo cómo todo se le está viniendo abajo como un castillo de naipes, o de arena por el efecto de una ola como las de estos días en el Orzán de La Coruña. (Una vez un novio me dijo que “no me hiciera castillos de arena en el aire” y yo me quedé perpleja, porque la cosa es “castillos en la arena” o “castillos en el aire”, pero las dos cosas juntas. Total, que trataba de advertirme que no me hiciera ilusiones, y lo que consiguió es una decepción absoluta al querer hacer una figura literaria sin saber cómo y sin necesidad. Mi hermana dejó a un novio porque tenía faltas de ortografía). Ustedes perdonarán el inciso, pero la maldad es algo consustancial a mi persona, o quizá la frivolidad, que nunca deja de ser una tentación irresistible. La verdad no me explico cómo puede haber alguien que me aguante salvo mi hija, que es cuña de mi misma madera.

Pero sigamos después de este añadido que no venía mucho a cuento pero que va bien para desgrasar el drama en el que se ve sumido el presidente del Gobierno, que llegó como justiciero anticorrupción y lleva ya en su haber varios escándalos de los que siempre se ha ido de rositas, porque según se viene viendo, nació de pie y con una flor en el culo, las dos cosas. De esta forma, y aun cuando no lo querían las bases, llegó a secretario general del partido y a candidato a la presidencia siempre con el respaldo de Sancho-Ábalos y del gran Koldo, que aparece en todas las fotos detrás, al lado, omnipresente en definitiva, como para que ahora quiera hacer creer que no él nada tuvo nada nunca que ver con esta gente. Luego está lo del bueno de Puigdemont, considerado por el Supremo de forma unánime “líder absoluto de Tsunami”, y la Sala de lo Penal recuerda al gobierno que terrorismo no es sólo el de Hamás, el de la Yihad Islámica o el de ETA -la gran cruz que llevó España a cuestas durante cincuenta años y que ahora quieren borrar de la historia-, sino también propugnar e inducir a la violencia. Con lo cual va a ser muy difícil que Sánchez pueda continuar escalando la montaña de la legislatura con tanta basura que le salpica. Ser presidente del gobierno de un país tiene que resultar estupendo, gozar de la vida en un palacete gratis, comer gratis, vivir gratis en definitiva y echar el sueldo al bote íntegramente porque lo demás lo tienes pago: los coches, el combustible, el servicio, los chóferes, a nadie le amarga ese dulce, y que a tu mujer se la coloque por aquí y por allá con unos sueldos incluso mejor que el tuyo, aunque ésta no tenga titulación para desempeñar los cargos que le asignan por ser quien es. Al presidente le importa un bledo gobernar, lo que quiere es estar en el poder, manejar el poder, beneficiarse del poder pero, amigo mío, se ve que esto está en peligro de extinción como el lince ibérico, la foca monje del mediterráneo, el urogallo cantábrico o el quebrantahuesos. La vida es así, no la he inventado yo, como decía un cursi cantante italiano.

CODA. Putin amenaza con liquidarnos con sus cabezas nucleares y así lo expresa diciendo que “occidente debe recordar que tenemos armas atómicas que pueden alcanzar sus naciones”, mientras en el funeral de Navalni la gente se atreve a echar pestes contra su persona. Este monstruo de crueldad tiene mucho poderío y a mí no deja de darme miedo.