Letras líquidas
El debate sobre la gestación subrogada y usted
Los avances de la ciencia nos enfrentan, a veces, a enrevesadas tesituras que han de ser abordadas con sosiego y rigor
En la Grecia clásica las leyes se elaboraban primando el principio del beneficio para la comunidad: siempre se situaba el bien común por encima de los intereses individuales. Parte de su sistema legal fue heredado, y perfeccionado, por los romanos que regulaban la vida de patricios, plebeyos y demás estratos en las asambleas, una mezcla libre y algo difusa de los tres poderes que nos rigen hoy. Luego, la Edad Media mantuvo la supremacía del sistema feudal sobre los primeros parlamentos que se iban constituyendo hasta que llegaron la Ilustración y la Revolución Francesa y comenzó un proceso que culminó con los poderes legislativos contemporáneos tras una compleja evolución imposible de resumir en veinte líneas aceleradas. Pero que sí nos permite, incluso en pocas palabras, concluir que la elaboración de las normas es la columna vertebral de las sociedades.
Y esta reflexión es hoy más que pertinente por la complejidad de los debates que agitan nuestra conversación. Uno de ellos, en concreto, destaca sobre los demás: el de la gestación subrogada. Superando las características de los personajes que los desencadenan (y que propulsan, sin duda, su dimensión), lo cierto es que la discusión generada es de gran calado. De esas de «a favor o en contra», de blanco o negro, y sobre la que la mayoría de los ciudadanos siente la necesidad de exponer su pensamiento más íntimo: por qué sí o por qué no. Un asunto que atañe a la esencia del ser humano, pero que oculta tantas aristas que conviene no perder de vista otras, como su dimensión colectiva. Los avances de la ciencia nos enfrentan, a veces, a enrevesadas tesituras que han de ser abordadas con sosiego y rigor, sin ampararnos en que son fantasías futuristas (no vivimos en el «Cuento de la criada», por mucho que algunos insistan), sino que se trata de realidades tangibles que se reflejan, en este caso, en los 2.350 menores nacidos a través de este método de reproducción asistida y registrados en España hasta 2021, y que requieren, por tanto, una regulación concreta y segura.
Y así hemos llegado al último párrafo del artículo y aún no les he contado qué opino sobre la gestación subrogada. Ni falta que hace. Porque en una sociedad democrática, en un Estado de derecho pleno, lo que considere usted o lo que considere yo, en realidad, es irrelevante. Podemos opinar, por supuesto (la libertad de expresión nos ampara), pero lo fundamental para la elaboración de las leyes, de las reglas del juego público, al margen de convicciones personales, es que todos los ciudadanos quepamos en ellas. ¿Se acuerdan de aquello del beneficio para la comunidad de la Grecia clásica?
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