Al portador
Decía Romanones sobre Cataluña...
«Mi experiencia de diputada me ha enseñado que todo es tan burdo, tan insultante, tan mentira, escribe María Muñoz»
Álvaro Figueroa y Torres (1863-1958), conde de Romanones, liberal de su época, fue tres veces presidente del Gobierno –presidente del Consejo de Ministros, se decía entonces– en la segunda década del siglo XX, durante la monarquía de Alfonso XIII y cuando empezaron a aflorar con fuerza las reivindicaciones nacionalistas de la burguesía catalana que, como ahora, sobre todo querían más dinero y privilegios. Romanones, después de bregar con aquel asunto con suerte desigual, escribió en sus «Notas de una vida» unas palabras que suenan muy actuales, siglo y pico después: «En mi reciente paso por el Gobierno, he aprendido que la atención de los ministros ha estado absorbida constantemente por Cataluña; cuando no era una cosa, era otra: huelgas, regionalismo, separatismo, sindicalismo, proteccionismo. Si el resto de España hubiera originado iguales preocupaciones, la vida ministerial hubiera sido imposible». El socialista Salvador Illa, por fin y previo pago de lo escrito y no escrito, ha logrado formar un Gobierno de la Generalitat, que era el objetivo más inmediato de su jefe Pedro Sánchez. Han tenido que pasar meses de incertidumbres y tanta dedicación –y exposición– de los ministros como apuntaba Romanones. Algunos incluso han quedado abrasados, como la «vice» María Jesús Montero, que no podrá enrocarse en su embolicada labia para justificar que, hace solo semanas, rechazaba que Cataluña pudiera recaudar el 100% de los impuestos y descartaba una Agencia Tributaria y ahora balbucea sobre solidaridad y federalización, antes de buscar la fórmula técnica de traspasárselos. Marlaska tampoco sale airoso de la mofa de Puigdemont. Lo mismo que Margarita Robles, de quien depende el CNI. Habrá más en los próximos meses. Con Cataluña al fondo, María Muñoz, economista brillante, liberal sin estridencias, con pasado y futuro en el sector privado, y que fue diputada de Ciudadanos, ahora, desde lejos, ha dejado una reflexión sincera y algo amarga en un «tuit». «Mi experiencia de diputada me ha enseñado –escribe–que es todo es tan burdo, tan mentira y tan insultante en el mundo político que los mejor es que lo ignoremos y sigamos con nuestras vidas». Mientras los ministros siguen tan ocupados con Cataluña como en época de Romanones.
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