Sin Perdón

La degradación de la democracia española

«Todo lo que sucede hace que sea muy inquietante el deterioro que sufren las instituciones»

Es más fácil superar una crisis económica, aunque produzca un gran daño, que una de carácter institucional como la que actualmente sufre España por culpa del sanchismo. El escenario es deplorable. No es algo reciente y nos podemos remontar a la irrupción de las fuerzas antisistema que rechazan la Constitución, quieren acabar con España y deciden la gobernabilidad. El Gobierno se ha convertido en una marioneta que manejan con absoluto descaro. La debilidad de Sánchez es su mayor fortaleza. Por otra parte, la desaparición de la democracia interna en el PSOE y su sustitución por un modelo partitocrático ha hecho desaparecer cualquier contrapeso frente al culto al líder. Un entramado clientelar organizado y controlado por el aparato del partido ha conducido a que se imponga el pensamiento único, el radicalismo y la aceptación de que el poder sin principios y ética es lo único importante. Se acepta la corrupción sistémica y la degradación institucional porque muchos dirigentes se juegan su supervivencia económica personal. Ha desaparecido el PSOE que quería ser el primer partido y gobernar con mayoría absoluta para aplicar su programa. Era una formación orgullosa que nunca hubiera aceptado negociar la gobernabilidad en el extranjero, someterse al antiguo aparato político y militar de ETA o ignorar la corrupción de estos años.

Lo que sucede desde hace seis años nunca hubiera sido aceptado, ni por el partido ni por la izquierda mediática, en tiempos de Felipe González o Zapatero. Ni ellos hubieran actuado de la forma con que lo hace el sanchismo. En este caso se hace, además, por el objetivo de garantizar la supervivencia política del presidente del Gobierno. No me imagino a González aceptando una investidura a cambio de comprar los votos con una amnistía que es inconstitucional, aunque el fiel Conde-Pumpido decida lo contrario para hacer méritos con Sánchez. El Tribunal Constitucional forma parte de esta degradación institucional, porque se ha convertido en la «lavadora» de unos despropósitos jurídicos que van en contra del Estado de Derecho y la separación de poderes. Nadie se fía de la ecuanimidad de su presidente que antepone sus intereses a la Constitución y su recta interpretación sabiendo que hace un daño irreversible a las instituciones. Lo único que nos tiene que tranquilizar es que España está en la Unión Europea que es la mayor garantía de nuestra democracia. Otra cuestión distinta es que se debilite y deteriore.

Conde-Pumpido y aquellos que han renunciado a sus principios para complacer a Sánchez deberán asumir las consecuencias de sus decisiones y el rechazo social que comportarán sus actos. Lo mismo sucede con los mercenarios de la izquierda política y mediática que dicen una cosa en privado y otra muy distinta en público. No hay más que ver al millonario José Miguel Contreras que ha pasado de ser un fervoroso antisanchista a soñar con ser el zar de la comunicación deponiendo a Oughourlian recibiendo como pago un canal de televisión. En su día traicionó a sus amigos y ahora se repetirá la pauta. Por supuesto, cuando le convenga hará lo mismo con Sánchez. Nada que nos tenga que sorprender. Ahora es su más fiel susurrador como antaño era su más ferviente detractor.

La publicación en el BOE de la ley que permitirá liberar a criminales de ETA es una nueva muestra de esa degradación. Hace unos años, Sánchez se hubiera levantado airado desde su escaño mientras que ahora impone su aprobación. Por supuesto, los medios de comunicación gubernamentales le aplauden con gran fervor. La verdad es que lo harían en este caso y el contrario. El bien que preservar es la generosidad del inquilino de La Moncloa. El esperpento ha llegado al extremo de que los letrados del Congreso, con la modalidad hilarante de un informe verbal del fiel Galindo a «cariño» Armengol, dicen lo contrario que los del Senado. Nunca hubiera imaginado tamaño despropósito. Unos hacen un informe y el otro le dice a la presidenta de la Cámara lo que quiere oír mientras toman un café.

Lo sucedido en las últimas semanas muestra la utilización de la Justicia por el sanchismo, aunque el resultado ha sido demoledor para sus intereses. Hemos asumido que el Poder Legislativo esté al servicio del Gobierno, aunque es cierto que tiene el problema de que no controlan a Puigdemont. No le explicaron a Sánchez que no es una marioneta que está al servicio de sus intereses personales y excentricidades políticas. Y, además, es de centro derecha y no le preocupa coincidir en las votaciones con el PP o Vox. No le importa que Contreras organice un relato en su contra y que le ataquen los medios de comunicación al servicio del Gobierno. Las mentiras debilitan la democracia. Es algo tan evidente que no merece ningún comentario. No me refiero a los cambios en la gestión provocados por el contexto internacional o una crisis económica como le sucedió a Rajoy cuando no pudo aplicar su programa económico.

Nada que ver con el asalto a las instituciones que estamos viviendo. Nunca el Constitucional actúo como lo está haciendo con Conde-Pumpido. Fracasaron en el intento de controlar el Consejo General del Poder Judicial y sus nombramientos. La elección de una magistrada progresista, pero sobre todo prestigiosa e independiente, es una gran noticia. Sánchez controla el Poder Ejecutivo de forma partidista utilizando la Administración y sus recursos, además, al servicio de sus intereses personales. Maneja el Legislativo, aunque condicionado por Puigdemont. Le faltaba el Judicial para lograr el circulo virtuoso del autoritarismo democrático, pero le ha salido mal. No ha conseguido imponer que el Ministerio Fiscal asuma la instrucción en lugar de los jueces y es evidente que tiene que seguir igual. Considera que los fiscales están a sus órdenes, tal como dijo, en lugar de cumplir su misión constitucional como parte del Poder Judicial. Todo lo que sucede hace que sea muy inquietante el deterioro que sufren las instituciones y la degradación nuestra democracia.