El canto del cuco
El desmontaje del Régimen
Las celebraciones antifranquistas y la limpieza de sus últimos vestigios físicos obedecen a ese afán de enfrentamiento
A punto de cumplirse medio siglo de la muerte de Franco, se observa en la izquierda gobernante un intento, cada vez menos disimulado, de recuperar el espíritu guerracivilista. A eso obedece el ofrecimiento de Pablo Iglesias a Pedro Sánchez para «reventar la derecha». En la política nacional se reproducen milimétricamente los bandos de la guerra civil. Los perdedores de entonces detentan ahora el poder y pretenden que no haya alternancia nunca más. Al Partido Popular, que gobierna en Europa, y a Vox se los mete en el mismo saco y se les estigmatiza, tildándolos de herederos del franquismo. El meritorio esfuerzo de los políticos de la Transición a favor de la reconciliación, que cuajó en la Constitución de la concordia, está a punto de saltar por los aires. Las celebraciones antifranquistas y la limpieza de sus últimos vestigios físicos obedecen a ese afán de enfrentamiento.
Con el entierro de Franco, muerto en la cama, la ley para la Reforma Política –que significó el harakiri del Movimiento–, la legalización del Partido Comunista, la Constitución del 78 y las primeras elecciones libres el 15 de junio del 77, quedó liquidado el régimen franquista. Sólo faltaba el desmontaje administrativo y se hizo sin perder tiempo, pieza por pieza, con extraordinaria rapidez, como recojo en mi libro «Secretos de la Transición». La persistencia del partido único era incompatible con la democracia. Fue una operación delicada, perfectamente diseñada, que se llevó a cabo con escasos recursos, por un reducido número de personas muy capacitadas, que conocían bien la estructura del Movimiento porque procedían de dentro del mismo. No fue una improvisación sobre la marcha. Se hizo a conciencia.
El 1 de abril de 1977, aniversario del final de la guerra, se suprime por decreto-ley la Secretaría General del Movimiento. El ministro Ignacio García López, acompañado de Eduardo Navarro, visita una por una todas las jefaturas provinciales anunciando el cese de sus responsables, con escasas reacciones hostiles. Los días siguientes, aprovechando la Semana Santa, desaparecen en ciudades y pueblos los símbolos y emblemas del Movimiento. En la noche del Jueves al Viernes Santo se retira el monumental símbolo del yugo y las flechas que campeaba en la calle Alcalá, 44, sede hasta entonces de la Secretaría General del Movimiento. Según José Luis Graullera, subsecretario de la Presidencia, «la transición administrativa fue tan delicada como la transición política». Se acabó con el partido único procurando causar el menor agravio a sus funcionarios no comprometidos, igual que se desmontaron los sindicatos verticales. El desmontaje del Régimen fue definitivo. No tiene sentido «resucitar» ahora a Franco.
