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El discurso de Vance

El discurso de Vance no fue contra Europa sino contra sus líderes

Es infrecuente la unanimidad. El discurso del vicepresidente de Estados Unidos, J. D. Vance, en la Conferencia de Seguridad de Múnich logró esa coincidencia.

Casi no hubo voces que lo apoyaran. Fue delicioso este titular de El País: «Vance lanza un ataque ideológico contra Europa que evidencia el desgarro con EE UU».

En la parla progre, y desde Marx, «ideología» se utiliza para denigrar las ideas de los adversarios. No recuerdo que El País haya titulado nunca unas declaraciones de Pedro Sánchez llamándolas «ideológicas». Asimismo, el discurso de Vance no fue contra Europa sino contra sus líderes. En cuanto a desgarros, Vance subrayó varias rupturas, mientras el periódico se limitó a mencionar a Estados Unidos, cuando, otra vez, la división está (ahora) entre sus políticos. Vance apuntó otras divisiones, en particular la que separa a los políticos de sus votantes, que relacionó con el alejamiento de los líderes europeos de los valores morales que comparten los pueblos a ambos lados del Atlántico.

Puso el dedo en varias llagas, y no solo en la obvia situación de gorrones de los Estados europeos a la hora de sufragar su defensa. Cuestionó la cancelación de elecciones, los recortes a la libertad de expresión, las limitaciones a la libertad religiosa, en particular cuando critica el aborto, la corrección política antiliberal en Davos o a propósito del feminismo, la desinformación o los llamados delitos de odio. Lo que consideró más urgente, y también lo que más trascendió, fue su recomendación de poner fin a la «inmigración descontrolada» en Europa, porque «ningún votante de este continente fue a las urnas para abrir las puertas a millones de inmigrantes no autorizados».

Las ideas de Vance son, por supuesto, discutibles, pero ni son un ataque a Europa ni están obviamente equivocadas por provenir de nociones sin fundamento alguno. Cabe criticar su marginación de Europa en el fin de la guerra de Ucrania y otros temas de defensa, como hizo el Wall Street Journal, y a la vez saludar su advertencia de que el intervencionismo es el camino hacia la pobreza.

El vicepresidente defendió reiteradamente la democracia, advirtió del peligro de propiciar los valores de quienes perdieron la Guerra Fría, y terminó recordando la famosa frase de Juan Pablo II que evoca la pronunció Jesús caminando sobre las aguas: «no tengáis miedo».