Terrorismo

Bolinaga, prisión necesaria

El juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno ha decretado prisión incondicional e incomunicada para el etarra Jesús María Uribetxebarría Bolinaga –excarcelado desde agosto de 2012 por razones humanitarias–, sobre el que pesan indicios claros de ser el autor material del asesinato del cabo de la Guardia Civil Antonio Ramos, cometido en la localidad guipuzcoana de Mondragón, en 1986. Se trata de uno de los más de trescientos crímenes de la banda etarra que quedan por resolver. Como desveló LA RAZÓN, el expediente con la incriminación de Bolinaga había dormido el sueño de los justos en un cajón de la mesa del ex juez Baltasar Garzón. Ahora, el magistrado Ismael Moreno, en atención al estado de salud del terrorista, uno de los más sanguinarios y crueles que han padecido los españoles, ha atenuado el rigor del encarcelamiento, que cumplirá en su domicilio, del que sólo podrá salir para acudir al hospital. Pero si bien en un Estado democrático y de Derecho, como es España, es imperativo acatar las decisiones judiciales, el primero, el Gobierno; éstas pueden estar sujetas a la crítica de quienes, como las víctimas del terrorismo y buena parte de la sociedad española, consideran que el asesino convicto y confeso de tres guardias civiles y secuestrador de José Antonio Ortega Lara está recibiendo un inexplicable trato de favor por parte de la Judicatura. El etarra Bolinaga fue puesto en libertad provisional por el juez de vigilancia penitenciaria José Luis Castro Antonio, en contra de la opinión del fiscal y del Instituto de Medicina Legal, cuya forense, Carmen Baena, determinó que, aunque el cáncer que padece el etarra era de muy mal pronóstico a largo plazo, en aquel momento ni estaba en fase terminal ni presentaba síntomas clínicos graves. La decisión fue ratificada por la Audiencia Nacional, pese a la argumentación de la Fiscalía de que se estaba cediendo a una extorsión por parte del terrorista, que se había puesto en huelga de hambre. Como el tiempo, puesto que Bolinaga ha superado en casi un año la máxima expectativa de supervivencia indicada por los facultativos favorables a su excarcelación, está dando la razón a los fiscales y a las víctimas del terrorismo, que han tenido que padecer el agravio de verle pasear libremente por el pueblo de sus crímenes sin arrepentirse de nada, hubiera sido más correcto devolverle a su celda en la prisión alavesa, desde la que podría acudir al tratamiento médico todas las veces que hiciera falta. No es cuestión de ejecutar una venganza, como plantean hipócritamente los proetarras de Bildu, sino de impedir que se conculque el principio de seguridad jurídica al que tiene derecho el conjunto de la ciudadanía. Ni Bolinaga estaba en fase terminal ni ha tenido el menor atisbo de humanidad para con sus víctimas ni, por supuesto, ha colaborado con la Justicia.